Durante las reuniones entre expertos y alumnos para abordar problemas que demanden soluciones creativas y no la repetición de técnicas mecanizadas, se plantea que la cuestión es que no exista un camino trazado o una ruta conocida para resolverlo, explicó la responsable del programa, Laura Ortiz.
“Entonces ellos lo que tienen que hacer es entender primero muy bien qué se les está pidiendo. Y después empezar a ensayar”, declaró.
En los círculos matemáticos los asistentes aprenden de forma periódica que un problema puede estar planteado de una manera que no se sabe por dónde tratarlo, por lo que para resolverlo deben reducirlo, expuso Ortiz a UNAM Global.
El programa busca generar un espacio de convivencia entre la comunidad matemática y estudiantes de educación preuniversitaria, donde se comparta el gusto y entusiasmo por las ciencias duras y se promueva el razonamiento abstracto y creativo.
En tanto, Javier Elizondo, integrante del Instituto de Matemáticas de la UNAM, explicó que el propósito es que los alumnos se acerquen a las matemáticas de forma creativa, mediante la interacción personalizada, para el desarrollo de ideas propias.
“Los resultados no son a contrarreloj, pueden discutir los problemas, no se busca quién lo hace más rápido. El objetivo es pensarlo y enfocarlo de manera distinta y a los chicos les da seguridad”, abundó.
Elizondo puntualizó que el club de matemáticas no son clases de regularización ni de entrenamiento para olimpiadas de esta materia; no obstante, aseguró que en él los asistentes aprenden a pensar, lo cual genera en ellos un efecto permanente.
“Los círculos te enseñan a pensar de manera distinta los problemas y el desarrollo de esa capacidad en los jóvenes para resolver problemas tiene un impacto positivo, independientemente del área profesional que elijan posteriormente”, agregó.