Semillas silvestres, vitales para conocer los recursos naturales del mundo

Contrario a lo que se piensa, las zonas áridas o desérticas de México son las regiones más sensibles y susceptibles al cambio de uso de suelo, al pastoreo, la contaminación y la explotación del ecosistema.

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Sin embargo, son el mejor lugar para la obtención de semillas silvestres, afirmó la encargada del banco de semillas de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Isela Rodríguez Arévalo.

Las semillas silvestres provienen de diversas zonas áridas del país como Puebla, Oaxaca, Chihuahua o Sonora, mismas que son albergadas, analizadas, conservadas “ex situ” (fuera de su hábitat) y posteriormente congeladas para su análisis, pero, aseveró que el lugar no resguarda granos, ni especies exóticas.

La principal diferencia entre preservar granos, radica en que las acciones para estos van encaminadas en preservar y asegurar la alimentación humana y animal en el futuro; en el caso de las semillas silvestres se hace para tener un registro de su existencia en el mundo, así como conocer sus procesos de reproducción y multiplicación de su especie.

El orégano, la jojoba, el cuachalalate, los quelites, los romeros, el eucalipto, el toronjil y la ruda, son ejemplos de especies silvestres que no se cultivan a gran escala y no generan grandes recursos económicos, su conservación es vital, pero “si la gente no las usa u obtiene recursos de ellas al corto plazo, no le interesa”, afirmó la académica.

Desde el año 2002 el banco alberga más de tres mil colecciones de semillas equivalentes a mil 700 especies y 130 familias botánicas, equivalente al 10 por ciento de la flora del país, destacó la investigadora.

Generalmente se piensa que las semillas al secarse quedan inservibles, sin embargo, Rodríguez Arévalo resaltó que están adaptadas para perder agua y estar latentes (en espera) hasta la presencia del líquido vital.

“Pueden perdurar en estado de congelación por cientos de años, por ello es costeable su conservación, no obstante, cada 10 o 15 años las colecciones deben descongelarse y monitorearse para valorar y calcular sus viabilidad, es decir, saber si siguen vivas, en caso contrario, regenerar la colección”, dijo.

Subrayó que gracias a la colaboración de los Jardines Botánicos de Kew, ubicados en Inglaterra -los cuales albergan un respaldo de las especies que hay en Iztacala-, así como de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), el lugar ha logrado destacar nacional e internacionalmente.

En comparación con países como Estados Unidos, Chile, Argentina o Inglaterra, México es de las pocas naciones de América que cuenta con este tipo de espacio, regido bajo estrictas normas de calidad para proteger los recursos naturales del país.

“Cualquier ser u organismo vivo cumple una función específica en el ecosistema y la ausencia de alguna de ellos trae consecuencias incuantificables para la naturaleza”, apuntó.

Es importante que la gente conozca los centros de conservación, pero sería mejor, ver a las especies con el respeto debido y utilizarlas racionalmente, para qué en caso de que se requieran, se haga no desde el punto de vista de la urgencia, sino como una función de preservación.

Es necesaria una educación ambiental adecuada, que revalore todos los recursos naturales, no sólo a aquellos que generen ganancias económicas.

“Conforme se haga conciencia de que todos los recursos son importantes, y los que ahora no se usan, en el futuro serán usados y se respeten, se propiciará su existencia, las especies existen por alguna razón y se extinguen de manera natural, si eso sucede, cumplieron su ciclo, pero si desaparecen súbitamente es por descuido humano”, concluyó.

 

Fuente: Notimex