Infografía

Por Información Estratégica

El presidente Trump legal, pero ilegitimo y sin liderazgo

Inicia una nueva administración en la Presidencia de Estados Unidos. Donald Trump será el Presidente de este país por los próximos cuatro u ocho años. Los niveles de incertidumbre son inéditos. Su persona, su forma de comunicar, sus declaraciones, su estilo poco predecible generan preocupación en el mundo.

Etiquetas: 

Infografía

Parametría es una empresa dedicada a la investigación estratégica de la opinión y análisis de resultados, herramienta fundamental para conocer la imagen de las instituciones o personas, la…

En distintos medios de comunicación estadunidenses un dato ha sido motivo de análisis desde la semana pasada, ya sea porque no tiene precedente o por su consecuencia: el bajo nivel de aprobación del entrante Presidente Trump. Cinco mediciones de distintos medios de comunicación, consultorías y una universidad así lo indican. Todas estas mediciones coinciden. Los bajos niveles de aprobación son históricos. CNN, Gallup, ABC News / Washington Post, Quinnipiac University, NBC News / Wall Street Journal con sus distintas mediciones arrojan un promedio de 41 por ciento de aprobación contra 52 por ciento de desaprobación para Donald Trump.

Trump inicia su presidencia sin precedentes, con niveles de desaprobación que están por arriba de los niveles de aprobación. En términos absolutos la mayor parte de los estadunidenses reprueba el trabajo de Trump cuando aún no ha empezado a gobernar.

Los porcentajes de opinión favorables hacia su persona son tan bajos como los de aprobación de su trabajo o gestión. Las opiniones desfavorables rebasan con mucho las favorables. Comparado con 6 presidentes anteriores a la entrada de su administración, Trump está muy por debajo de todos ellos. El más bajo o a quien más se podría acercar es a Ronald Reagan quien al entrar a su primer mandato tuvo niveles de opinión favorable de 58 por ciento. El 40 por ciento de Trump estaría a 18 puntos por debajo del ex presidente más impopular en tiempos recientes de Estados Unidos a la entrada de su cargo. El porcentaje de Trump está a la mitad de niveles de popularidad de Obama.

Una pregunta frecuente cuando se cuestionan o se registran niveles de aprobación bajos es: ¿qué tan necesaria es la popularidad? ¿Cómo opera en términos políticos o de gobernabilidad la alta o la baja popularidad? Es evidente que cerca de una elección la aprobación o popularidad incide en términos electorales. Pero cuando va empezando una administración y se tienen 4 años para gobernar, ¿qué tanto importa?

Las implicaciones de estos números pueden tener por lo menos dos interpretaciones por sus consecuencias. Una es que ante la evidente falta de liderazgo o un mandato débil sus decisiones de gobierno o de políticas públicas en general pueden ser seriamente cuestionadas.

La mayor parte de la literatura sugiere que es un tema de gobernabilidad y de liderazgo. Baja popularidad implica no tener los grupos, sectores o consensos necesarios para implementar algunas políticas públicas o cuestiona la convocatoria para unir al agregado de grupos sociales.

En el caso de Donald Trump es más que evidente que no es popular, sobre todo con los demócratas, las minorías, las mujeres y todos aquellos grupos a los que ha agraviado. Pero por otra parte tiene una importante base electoral republicana, conservadora, de estados de clase obrera, de baja escolaridad que lo apoyan.

La pregunta al final es si esta base le será suficiente para gobernar. Es un hecho que cuenta con las dos cámaras, la de senadores y la de representantes. ¿Es suficiente tener de su lado al legislativo para transitar las decisiones de un gobierno que implican una administración?

Una segunda implicación de estos números cuestiona la autonomía, la fortaleza, la autoridad del ejecutivo independientemente de su popularidad. ¿Qué tanto puede el Presidente entrante forzar las instituciones de tal manera que se lleven a cabo sus iniciativas, sus planes, sus políticas públicas?

Esta lectura inevitablemente lleva a un escenario menos optimista. Es uno de un gobierno autoritario, que ante la falta de popularidad, logra avanzar sólo a través de su autoridad, órdenes ejecutivas. Logra consensos, pero sólo con grupos segmentados. No logra la unidad, pero impone su voluntad.

Este sin duda es el escenario más preocupante. Lleva a un estilo de gobernar autoritario. Lo que Fareed Zakaria, analista político de CNN y Newsweek en un artículo de Foreign Affairs, ha llamado la democracia iliberal. Una que utiliza los mecanismos para llegar al poder, pero una vez en él, impone su voluntad.

Samuel Kernell, académico de la Universidad de San Diego en California, publico después de la administración de Ronald Reagan un clásico de la ciencia política: “Going Public”. En ese libro analiza la estrategia de Ronald Reagan, quien como Presidente para poder avanzar sus iniciativas y cuestionar al legislativo que se oponía a sus políticas, recurría a la opinión pública. Este parece ser el escenario inverso. Una opinión pública que cuestiona el liderazgo del Presidente, pero que tiene legalidad, y apoyo de su Congreso Republicano.

Estos números de aprobación son preocupantes bajo cualquier esquema. Ya sea por la incertidumbre que genera está presidencia en sí misma o porque pueda tomar la ruta autoritaria. Como nunca antes los mexicanos nos tenemos que preocupar por los niveles de popularidad del presidente estadunidense.