Indígenas amuzgos de Guerrero buscan traspasar fronteras con huipiles tradicionales

Con sus huipiles elaborados en telar de cintura y punto de cruz, un grupo de mujeres indígenas de la etnia amuzgo, busca que sus creaciones continúen traspasando fronteras para que lleguen a lugares donde se valore su trabajo.

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En la comunidad de Zacualpan, ubicada a 40 minutos del municipio de Ometepec en la región de la Costa Chica del estado, 15 artesanas dedican sus días a elaborar los huipiles (blusas) típicos de la región con diseños estilizados y colores vivos.

Hace cinco años, Flor, una mujer transgénero de 36 años de edad, inició su proyecto de textiles “La Flor Amuzga”, un pequeño negocio que se ubica en la entrada de la comunidad de Zacualpan donde se venden estos huipiles hechos de telar de cintura y punto de cruz.

En la búsqueda de alcanzar nuevos mercados, Flor ha recurrido a las redes sociales como Facebook, para acceder a un público más amplio y poder vender sus diseños que han sido adquiridos por clientes mexicanos y extranjeros.

Debido a ello, los magníficos huipiles que llevan un periodo de elaboración de tres a ocho meses y cuyo costo va de los dos mil hasta ocho mil pesos, han sido adquiridos por clientes de Estados Unidos y España, y han sido enviados a diferentes estados del país y municipios de Guerrero.

No obstante, Flor tiene el sueño de vender más de estas prendas típicas en nuevos lugares como en los aeropuertos del país, ya que aseguró que con más ventas, se puede ayudar a más indígenas de su comunidad, donde por la falta de pedidos, sólo el 10 por ciento de la población se dedica a la elaboración de esta artesanía.

Flor explicó que para elaborar los huipiles, cuanta con un equipo de 15 artesanas, seis mujeres transgénero y nueve féminas, quienes realizan todo el proceso textil y del vestido: sembrar el algodón para sacar el hilo, hasta bordar las prendas.

Una de estas mujeres es María Clementina Santiago, quién habla lengua amuzga y diariamente dedica entre tres a cuatro horas para sacar el hilo coyuchi, obtenido de la planta de algodón color café, o bien el hilo blanco producto del algodón del mismo color, los cuales va enredando en una pequeña vara metálica.

Flor detalló que en una semana, María elabora una bola de hilo natural de algodón del tamaño de una toronja por la cual se le paga 50 pesos.

Compañera de María, Ángeles Lorenzo Martínez es una de las artesanas quien elabora el bordado en telar de cintura.

Sentada en las afueras del pequeño local de textiles y diseños “La Flor Amuzga”, Ángeles elabora una pieza distinta a los huipiles pero no menos importante. Sujetando su material entre hilos blancos y tejedores de madera, crea un mantel de dos metros y medio.

Una vez que Ángeles termine este mantel, donde combina colores de hilos industriales, lo venderá fuera de su comunidad a un precio de tres mil 500 pesos.

En este sentido, Flor recordó que tiempo atrás en esta localidad de Zacualpan donde viven más de siete mil 500 personas, la mitad de la población se dedicaba a la elaboración de huipiles tanto para vender y para uso personal, para lo cual los pobladores sembraban su propio algodón.

Sin embargo, ante la falta de ventas y apoyo por parte de las autoridades para comercializar sus textiles, la gente se ha dedicado a trabajar en el campo y en la limpieza doméstica.

Esto, debido a que al ver que no ganan mucho al vender un huipil, los indígenas amuzgos tampoco se animan a seguir sembrando algodón porque no es bien pagado.

En Zacualpan, llevar puesto un huipil hecho de telar de cintura o punto de cruz se ha convertido en un lujo y sólo se utiliza cuando hay algún evento importante en la comunidad.

Por ello, no es extraño ver a las mujeres que usan el huipil de encaje y vestido de tela que llevan como forro porque es el más económico, “no hay dinero y hacer un huipil es caro”, señaló Flor.

A pesar de este panorama, Flor comentó que gracias al apoyo de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, los diseños de textiles “La Flor Amuzga” están registrados, tiene etiqueta, logo y están listos para venderse a otros mercados.

“Si sacamos un huipil, lo tenemos que ir a vender a otros lugares para vender en un precio que podamos sacar lo que se invirtió.

“Ya que dependiendo el material y el bordado como es el punto de cruz y la calidad del hilo que lleva, el costo puede alcanzar los seis mil 500 pesos y un huipil de telar de cintura y dependiendo la figura e hilo, puede costar de siete mil a ocho mil pesos”, dijo la artesana.

Mientras el sueño de traspasar fronteras con sus textiles se hace realidad, la artesana seguirá vendiendo en su pequeño local que le dejó como herencia su madre al fallecer hace cinco años, y donde iniciaron sus primeras ventas junto con el apoyo de sus cuatro hermanas, quienes también se dedican al bordado de telar de cintura y punto de cruz.

“Tenemos cinco años en este proyecto y apenas empezamos a ver frutos y estamos avanzando muy bien y estamos buscando otro mercado para llegar donde la gente compre y valore el trabajo.

“Queremos que compren a buen precio y que no pidan rebaja porque se lleva un tiempo para la elaboración y vale la pena que se pague en un buen precio por lo que los indígenas amuzgos hacemos”, puntualizó.

Por otra parte, María Juana Cruz Mendoza, directora general de Promoción Comercial, Abasto y Artesanía de la Secretaría de Desarrollo Económico, dijo que en Guerrero existen seis municipios que se dedican a la elaboración de Textiles y tres mil 500 artesanos han registrados sus huipiles, manteles, rebozos y servilletas.

Explicó que dentro de la Dirección de Artesanías se tiene un registro de artesanos amuzgos que se ubican en los municipios de Tlacoachistlahuaca, Xochistlahuaca y Ometepec, así como en las comunidades de Zacualpan y La Guadalupe, entre otras.

 

Fuente: Notimex