Liu murió el jueves debido a una falla orgánica múltiple que siguió a una batalla con cáncer de hígado mientras cumplía una condena de 11 años por incitación a subvertir el poder estatal. Tenía 61 años.
Gobiernos extranjeros y partidarios de Liu instaron a China a liberar a Liu y a su esposa para permitirles buscar tratamiento en el extranjero, pero Beijing rechazó esas solicitudes.
Las autoridades de Shenyang, la ciudad en la que estaba ingresado Liu, informaron en una rueda de prensa de que el cuerpo del Nobel había sido incinerado tras una breve ceremonia a la que asistió "su mujer, Liu Xia, y amigos" de la familia.
"El cuerpo de Liu fue incinerado la mañana del sábado de acuerdo a la voluntad de la familia y las normas locales", publicó por su parte la agencia oficial Xinhua.
Sin embargo, el gobierno no precisó qué se hará ahora con las cenizas, entre la preocupación de los allegados, que temen que las autoridades no cumplan con los deseos de la familia.
Responsables del gobierno de Shenyang mostraron diversas fotografías a los medios sobre la ceremonia de despedida de Liu Xiaobo, en la que se pudo ver a su viuda mostrando a cámara una foto de su marido, visiblemente frágil, teniendo que ser sujetada por otros.
También difundieron el último momento antes de la incineración, en el que se puede ver a Liu Xia y a otros familiares frente al ataúd abierto de Liu Xiaobo.
El presidente estadunidense Donald Trump, la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés Emmanuel Macron estuvieron entre los líderes occidentales alabando a Liu.
El portavoz de Trump, Sean Spicer, calificó a Liu de "poeta, erudito y valiente defensor", que "dedicó su vida a la búsqueda de la democracia y la libertad".
También instaron a China a liberar a la esposa de Liu, la artista y poeta Liu Xia, del estricto arresto domiciliario en el que ha vivido durante años, a pesar de que no ha sido condenada por ningún crimen.
Respondiendo a estas llamadas el viernes, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Geng Shuang, reprendió a los funcionarios extranjeros por "hacer comentarios inapropiados sobre la muerte de Liu Xiaobo".
"China es un país bajo el imperio de la ley. El manejo del caso de Liu Xiaobo pertenece a los asuntos internos de China y los países extranjeros no están en condiciones de hacer comentarios inapropiados", sostuvo Geng.