El libro de ficción retoma la historia de Stanislaw Poniatowski, el último rey de Polonia en el siglo XVIII y uno de los personajes más importantes de la familia de Poniatowska (París, 1932) y de dónde le viene la sangre real que no le ha impedido tener brillo propio.
“Lo hice (la novela) para que yo lo conociera, para que yo recordara que de niñas nos decían princesa e investigar de qué se trataba y por qué sucedía eso”, dijo a EFE en una entrevista previa a su participación en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.
La novela, editada por Seix Barral, se fraguó por varios años en medio de un mar de información y datos, de lecturas en francés y en inglés acerca del rey que cayó del poder derrotado por las intrigas y conspiraciones de países vecinos como Rusia y la antigua Prusia, que por un tiempo borraron del mapa a Polonia.
El legado de Poniatowski es reconocido apenas hace unos años como el de un rey que más promovió la educación, las artes y la cultura, un hombre culto e inteligente al que le gustaba escribir.
Es este descubrimiento el que quizás impactó más a la narradora, quien afirmó verse reflejada en este lejano ancestro del que la separan 250 años.
“No fue un descubrimiento de mí, sino de valores, de cosas que me impactan que son finalmente también mis valores”, dijo la Premio Cervantes 2013.
"EL AMANTE POLACO"
Poniatowska ahondó en la historia del rey Poniatowski desde su infancia hasta su derrota en la guerra pasando por su coronación, resultado de la relación que sostuvo con Catalina II, emperatriz de Rusia, de quien estaba perdidamente enamorado pese a que ella tuvo otros amantes.
“Encontré cosas que me gustaron muchísimo, como su amor a la cultura, él se enamoró perdidamente de Catalina la Grande y ella de él, aunque fue una de las mujeres que más amantes tuvo, él le fue leal y lo hizo rey de Polonia, creo que lo hizo para librarse de él y que viniera otro, al final le hizo un bien a Polonia”, expresó.
La narradora aseguró que ese legado de Poniatowski prevalece hoy en ese país, una nación “muy respetuosa y con mucho amor a la paz, entre vecinos feroces”.
En el proceso de escritura la también periodista encontró que la guerra atravesó la historia de su familia en diversas épocas, primero con la contienda contra Rusia, que provocó la abdicación de Poniatowski, y luego la Segunda Guerra Mundial, que separó a Poniatowska de su padre por cinco años y que derivó en su exilio en México.
“Las grandes historias se fraguan alrededor de la guerra, en este caso de la Segunda Guerra Mundial, no vi a mi papá durante casi cinco años, nos venimos a México, mi mamá nos trajo en el año 42 y volvimos a ver a mi papá brevemente durante el 45 y luego otra vez hasta el año 47”, recordó.
UNA PRINCESA SIN SUS AMIGOS
La autora de “La noche de Tlatelolco” y “La piel del cielo” visita cada año la FIL para participar en sus actividades y conversar con sus lectores. Antes lo hacía de la mano de amigos como el cronista Carlos Mosiváis o el escritor Carlos Fuentes.
Esta vez, Poniatowska dice sentirse extraña en medio de un mar de escritores jóvenes y sin la cofradía de amigos con los que solía realizar largas charlas.
“Me siento que soy la viejita y estoy solita porque no están (Gabriel) García Márquez, (Mario) Vargas Llosa sí vive, pero Carlos Fuentes no vive, Rosario Castellanos no vive, me da tristeza que la gente de mi rodado (edad) ya no viene a la feria”, concluyó.
La FIL arrancó este sábado con un nutrido programa que incluye 620 presentaciones de libros, 3,000 actividades literarias, académicas y científicas y la asistencia de 600 autoras y autores de 45 países.