El 29 de agosto de 2004, el entonces piloto de Ferrari hacía realidad una nueva hazaña en Spa-Francorchamps, su circuito preferido. Con siete títulos, Schumacher ampliaba su récord de campeonatos en la Fórmula 1 y agigantaba aún más su leyenda.
Diez años después, sus fanáticos esperan ahora un milagro diferente de Schumacher, que afronta una larga recuperación tras el grave accidente de esquí que sufrió a fines de diciembre del año pasado.
A diferencia de otros años, el piloto alemán no estuvo el último fin de semana en el Gran Premio de Bélgica. Sin embargo, allí marcharon hace unos meses cientos de seguidores suyos para enviarle fuerzas en su recuperación.
Desde mediados de abril, Schumacher se encuentra en una clínica en Lausana, Suiza, tras ser despertado del coma inducido en que se encontraba desde el accidente.
Su estado de salud, sin embargo, sigue siendo un misterio. "Ahora comienza una fase que probablemente requerirá mucho tiempo", escribió hace un mes su esposa, Corinna Schumacher, en una carta de agradecimiento a los aficionados.
La recuperación de Schumacher, de 45 años y padre de dos hijos, continuará en la más estricta intimidad. Nadie se anima a aventurar aún cuáles podrían ser las secuelas tras golpearse la cabeza con una roca mientras esquiaba en el centro francés de Méribel.
Lo que no parece en peligro es la interminable admiración por sus actuaciones al volante. En aquella carrera de 2004 en Spa, al alemán le bastó un segundo puesto por detrás del finlandés Kimi Räikkönen para conseguir su séptimo título mundial y el quinto consecutivo con Ferrari.
"Él es la Fórmula 1", escribió el diario deportivo italiano "La Gazzetta dello Sport" tras su victoria.
Nadie estuvo tan acostumbrado a los éxitos y los títulos como Schumacher, pero para el piloto alemán nunca se convirtieron en una rutina. El séptimo campeonato fue un logro que conmovió al alemán. "Todavía no puedo soltar la alegría. Eso necesita tiempo", dijo el piloto tras su segundo puesto en Spa, que lo dejó ya fuera del alcance en el Mundial del brasileño Rubens Barrichello, su compañero de Ferrari.
También miraba por el espejo retrovisor al legendario argentino Juan Manuel Fangio y sus cinco títulos en la década de 1950, una marca que nadie pudo superar aparte del alemán.
Los primeros dos campeonatos de Schumacher llegaron en 1994 y 1995 con Bennetton, pero fue en Ferrari donde brilló con cinco títulos consecutivos, el último de ellos logrado precisamente en el Gran Premio número 700 para la escudería italiana. Como sentenció el diario "Il Tempo" tras el último título de Schumacher, la suya será una "era irrepetible". (DPA)