Los pilotos de las 24 Horas de Le Mans: Más allá de los límites humanos

Las 24 Horas de Le Mans provocan una extraordinaria tensión en los pilotos. La dureza de la prueba y sus características especiales suponen una tortura mental y física, que los llevan más allá de los límites humanos y requieren la resistencia de un deportista de élite.

Aunque se trata de una carrera de resistencia, en las 24 Horas de Le Mans se va al límite desde el primer hasta el último minuto. Y ganar o perder puede ser una cuestión de segundos. El alto rendimiento de los neumáticos y la necesidad de repostar combustible con frecuencia, configura una carrera de constantes sprints entre paradas en boxes. Como los repostajes se realizan, aproximadamente, una vez por hora, estos sprints duran entre 13 y 14 vueltas. Patrick Long, piloto de Proton Competition con el Porsche 911 RSR número 99, declara: “Yo prefiero comenzar en el segundo relevo, antes de la noche y después de la salida”.

Dependiendo de la edad, y de su estado físico y mental, un piloto puede consumir hasta 3,000 calorías en cada turno. Ese es el gasto calórico de un adulto de entre 20 y 40 años, haciendo vida normal activa a lo largo de todo un día.

En las 24 Horas de Le Mans hay tres pilotos al volante de cada coche participante. Un piloto no debe conducir menos de seis horas, a no ser que sea por fuerza mayor; ni más de 14, en total. Como máximo, no pueden superar cuatro horas seguidas al volante, en un periodo de seis horas (tiempo que se reduce a 80 minutos si el coche no tiene aire acondicionado y se superan los 32º de temperatura ambiente).

En una única jornada, un piloto puede llegar a disputar el equivalente a ¡más de siete carreras de Fórmula 1! Y, todo ello, con privación de sueño, total o parcial, más una tensión que va en aumento a medida que se acerca el final de la prueba.

Frédéric Makowiecki, piloto del Equipo Porsche GT con el coche número 91, confiesa que “tienes que dormir, porque de cualquier otra forma te vencerá el sueño, sobre todo al final de la carrera. No puedes olvidar que no son simplemente 24 horas. Te despiertas sobre las 7 de la mañana del sábado para llegar al circuito y participar en el warm-up. En realidad tendrías que estar despierto más de 38 horas. Necesitas estar bien organizado para dormir. Si te estresas o te da miedo no despertarte a tiempo, duermes peor. Es complicado conciliar el sueño”.

El calor, la lluvia y la luz

El reglamento establece que la temperatura en el cockpit, durante la carrera, no puede superar los 32º centígrados. Los Porsche 911 RSR disponen de un sistema de aire acondicionado, que los pilotos usan lo menos posible, pues resta algo de potencia al motor e incrementa ligeramente el consumo de combustible. Nick Tandy, vencedor de las 24 Horas de Le Mans de 2015 con un Porsche 919 Hybrid, asegura que “cuanto más cómodo quieras sentirte, más afectará al rendimiento del coche. Así que siempre pilotamos al límite de nuestra resistencia”.

La temperatura, el esfuerzo realizado y el pilotar enfundados en el traje ignifugo, hacen que el piloto sude mucho y pueda deshidratarse en un turno largo. Por este motivo disponen de una botella de un litro de capacidad que, con una bomba eléctrica, suministra una bebida isotónica al piloto. Además, en los periodos de descanso entre turnos, se sigue el plan de alimentación e hidratación programado.

Otro elemento que pone a prueba la resistencia de los pilotos es la lluvia, que aparece con frecuencia en las 24 Horas de Le Mans. La lluvia reduce la visibilidad, altera el pilotaje, modifica las estrategias, en definitiva, añade tensión. Con la luz del día se pueden ver los charcos y “leer” los diferentes tonos de gris del asfalto para ver qué cantidad de agua acumula en cada zona. Pero en la noche se complica esa lectura y aparecen molestos reflejos de la iluminación del circuito y de los coches.

Aunque a Patrick Long le gusta la lluvia, “siempre hay posibilidades de que no te permita ver o puedas ser golpeado por otro competidor. La visibilidad es complicada para todos, también para los LMP1. Prefiero una pista seca, porque muestra mejor el ritmo real de carrera y hace el desafío aún mayor”.

Llueva o no, las diferentes condiciones de luz son otro factor que produce un desgaste extra. Durante la noche se acentúa el efecto túnel que ya produce la velocidad de por sí. “Hay momentos, en especial durante la noche, en los que uno siente que está totalmente aislado del mundo. Todo transcurre automáticamente y son tus reflejos los que tienen el control del coche”, asegura Timo Bernhard, tres veces ganador de las 24 Horas de Le Mans.

Pero los momentos más complicados, desde el punto de vista de la visión, son el amanecer y el atardecer. Los cambios de luz y los reflejos hacen que los pilotos tengan que forzar mucho la vista. Frédéric Makowiecki dice que prefiere “el amanecer. Al ver salir el sol sabes que gran parte de la carrera ya está detrás de ti. A partir de ese momento y dependiendo de tu posición, puedes empezar a atacar".

Además, la larga duración de esta carrera y la naturaleza del pilotaje en equipo añaden otros factores de presión. La fiabilidad mecánica es clave para triunfar en Le Mans. Los pilotos, además de ir rápido, controlar a los rivales, estar atentos a los doblajes, consumos y estrategia tienen que pensar en cuidar la mecánica y no ser demasiado agresivos en las trazadas ni en el trato al coche.

Por otro lado, Le Mans es la consagración del trabajo en equipo en la competencia automovilística. El piloto no piensa sólo en sí mismo y cuando decide cuánto apretar o arriesgar, lo hace con la responsabilidad sobre sus espaldas de saber que otros compañeros están esperando desde boxes que haga bien su labor.