Josef Aschbacher (ESA) cree que hoy en día ser astronauta es también ser una estrella

Los nuevos astronautas europeos acaban de empezar un duro entrenamiento en el que, además de multitud de procedimientos técnicos, aprenderán otras habilidades, como la de ser un personaje público, "una estrella", o convivir aislados seis o más meses con un pequeño grupo. "La vida va a cambiarles por completo".

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El director general de la ESA, Josef Aschbacher, en el Centro Europeo de Astronomía Espacial en Villanueva de la Cañada, Madrid. EFE/NG

Así lo señaló el director general de la Agencia Espacial Europea (ESA), Josef Aschbacher, quien en una entrevista con EFE habló del entusiasmo de los cinco nuevos astronautas, del futuro de las relaciones con Rusia, del estado del cohete Ariane 6 o de las nuevas misiones a la Luna: "en la próxima década o décadas habrá sin duda gente viviendo en la Luna y no sólo yendo allí y volviendo".

Ser astronauta ahora es muy distinto. "Las habilidades son diferentes", dijo Aschbacher, para quien la duración de las misiones, mucho más largas en la actualidad y en el futuro, marcan la diferencia.

Al comienzo de la era espacial, los astronautas volaban en misiones muy cortas y no fue hasta la puesta en marcha de la Estación Espacial Internacional cuando comenzaron a alargarse. La programación ahora es de hasta seis meses o más, pero "la vida futura de los astronautas será mucho más larga".

"Por supuesto que la estación espacial es el primer paso -se prevé que esté activa hasta 2030-, pero el siguiente será la Luna. Y estamos preparando a nuestros astronautas para que se establezcan allí, con una infraestructura, con suministro de energía, vivienda y todo lo necesario para hacer investigación, tecnología y desarrollo".

Así que, opinó Aschbacher, "en la próxima década o en las próximas décadas habrá sin duda gente viviendo en la Luna y no sólo yendo allí y volviendo. Y esto es ciertamente un cambio completo de cómo es la vida de los astronautas".

Pero primero hay muchos pasos que dar, negociaciones y retos que lograr. Los cinco nuevos astronautas europeos, entre ellos el español Pablo Álvarez, fueron elegidos entre 22.500 aspirantes (hay un grupo de suplentes del que también forma parte la española Sara García); los primeros han iniciado su formación básica de más de un año en el centro de entrenamiento de la ESA en Colonia, Alemania.

La técnica y trabajar en equipo son dos de las claves para ser un buen astronauta, pero también lo es saber estar expuesto al público. Quizás sea este el mayor reto, que requiere un cambio de mentalidad; "de repente eres una estrella, eres muy conocido (...). Es un gran reto y es algo a lo que prestamos mucha atención".

Pasarán varios años antes de que alguno de estos astronautas se suba a una nave espacial y su primer destino será previsiblemente la estación espacial. Para un viaje a la Luna tendrán que esperar.

La ESA, detalla Aschbacher, tiene tres plazas de astronautas acordadas con la NASA para Artemis, un programa de la agencia estadounidense para volver a nuestro satélite en el que Europa contribuye con el módulo de servicio que alimenta la cápsula Orión y da soporte vital a los astronautas en ella.

Dos de estas plazas ya están asignadas para Artemis IV y V, la tercera aún no está adjudicada. Aschbacher está aún en negociaciones con la NASA y confía en conseguir una plaza en el equipo de aquellos que pisarán la Luna: "Esperaría que haya un astronauta europeo pisando la superficie lunar antes de que acabe esta década".

Los primeros candidatos para ello dentro de la ESA serán los astronautas veteranos -hay siete en activo-; los nuevos tendrán que esperar a la siguiente década.

Una de las grandes apuestas de Aschbacher es que Europa refuerce su autonomía en el espacio, sobre todo tras la suspensión de la cooperación entre ESA y Roscosmos por la guerra en Ucrania.

No hay visos de que las relaciones se puedan restablecer. "Hemos interrumpido toda la cooperación con Rusia, con la única excepción de la estación espacial, porque ahí necesitamos confiar el uno en el otro por razones de seguridad".

El programa Exomars a Marte es una de las víctimas; el pasado año estaba previsto el lanzamiento del rover Rosalind Franklin. "Ahora es una misión mayoritariamente europea con un poco de apoyo de EE.UU. para su despegue en 2028".

La autonomía en el espacio también pasa por los lanzadores y Europa ahora no puede servirse de los cohetes rusos Soyuz.

En cuanto a los europeos Vega, se espera que un cohete de este tipo vuelva a realizar una misión en los próximos meses, después de que el pasado diciembre se perdiera un ejemplar de su nueva versión (Vega C) con dos satélites.

Este fiasco se ha añadido a los sucesivos retrasos en la fijación del primer vuelo del cohete Ariane 6, que sustituye al Ariane 5.

Según Aschbacher, aún no hay fecha para su lanzamiento. En verano se habrán superado la mayoría de los obstáculos tecnológicos aún pendientes y "estaremos en condiciones de definir una fecha".

Mientras, la ESA recurrirá a lanzadores de la firma privada estadounidense Space X para las misiones Euclid y Hera, "como medida temporal".

Para el director general de la ESA se está produciendo una enorme revolución en el espacio. Por un lado está lo público y la apuesta de Estados Unidos, China, Japón, India o Europa, pero también está el sector privado.

La forma en la que uno y otro interactúan y trabajan está cambiando. "Mi trabajo como director general de ESA es asegurarme de que Europa esté bien posicionada y participe en esa revolución", indicó Aschbacher, quien destacó que España es "un miembro muy fuerte" de la agencia, con una estrategia "muy clara a largo plazo".

Es bueno, además, que vaya a tener una agencia espacial (en Sevilla) que concentre "la energía y las actividades. Aquí estamos ayudando un poco a su definición".