Arte para acabar con los tabúes del islam y el extremismo en las escuelas

El Gobierno francés y el Louvre se han aliado en un proyecto de unas dimensiones nunca antes vistas en Francia: 18 exposiciones simultáneas en varias ciudades para abordar una de las cuestiones más polémicas y delicadas del país, el islam y los tabúes impuestos por los extremistas.

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Foto de la comisaria de las 18 exposiciones Arte del Islam, Yannick Lintz, cedida por el Museo del Louvre/Florence Brochoire.EFE

A partir de este viernes y hasta el próximo 27 de marzo, museos, bibliotecas y otros centros culturales de ciudades como Rouen, Mantes-la-Jolie, Limoges, Clermont-Ferrand, Dijon o Marsella, entre otras, acogerán obras procedentes de museos nacionales y del Louvre, que cuenta desde 2012 con un departamento especializado en arte islámico.

El eco de este proyecto cultural de trasfondo político coincide con dos de las preocupaciones principales del país. Por un lado, la fuerte centralización, que organiza la vida administrativa y cultural en torno a la capital de manera mucho más potente que en otros países. En esta ocasión, ninguna de las 18 exhibiciones estará en París.

Por otro, la dificultad manifiesta de numerosos educadores de hablar en sus clases de temas que puedan confrontarlos a los alumnos musulmanes que hayan podido verse influidos por los sectores más oscuros del islam.

El ejemplo del profesor Samuel Paty, brutalmente asesinado hace un año a las puertas de su instituto tras mostrar en clase caricaturas de Mahoma en un curso de educación cívica sobre libertad de expresión.

"Asumo que es una exposición política, si no hubiera el contexto actual de tensión comunitaria, donde la palabra islam está presente en la prensa todos los días, no tendríamos ganas de mostrar la verdadera realidad de esta civilización", explica a EFE Yannick Lintz, responsable del departamento de Artes del Islam del Louvre y coordinadora de las muestras.

En total, hay unas 200 obras expuestas (poco más de una decena por exposición), en salas concebidas como espacio de discusión y reflexión entre los visitantes, a sabiendas de que muchas de las piezas podrían resultar polémicas.

Por ejemplo, un plato hondo iraní del siglo X u XI en el que aparece una pareja abrazada, expuesta en Mantes-la-Jolie, cuya famosa iglesia acogió durante años una alfombra persa que representaba la vida terrenal como un jardín paradisíaco, hoy guardada en el Louvre.

Las obras elegidas son tesoros de las distintas civilizaciones regadas por el islam desde hace trece siglos, y hablan de una cultura rica, creativa y expansiva, pues su influencia ha marcado también la creación artística en occidente. Muestran además un mundo árabe diverso, bajo la influencia de comunidades judías y cristianas.

"Va a ser interesante ver las reacciones ante una realidad que puede molestar. Si hay reacciones hostiles es sano, esto querrá decir que los jóvenes se toman el tiempo de mirar, y que eso les afecta en sus creencias", señala Lintz, que precisa que no pretenden "convertir a nadie".

"Muchos jóvenes seguirán convencidos de que el islam tiene sus prohibiciones, que las mujeres deben cubrirse, aunque aquí mostremos lo contrario, no hay que ser inocentes, pero queremos dar un toque de atención", añade.

PROYECTO POLÍTICO

Lintz, que ha estado asistida en cada caso por los conservadores locales de cada museo, asegura que el proyecto no tiene una intención oportunista y que ha sido apoyado por dirigentes de todas las ideologías, aunque la organización del proyecto ha sido criticado por tertulianos y medios de comunicación conservadores.

Los mismos sectores que cuando se ha hablado desde la Administración de enseñar árabe en las escuelas para evitar que la lengua quede únicamente asociada a la religión, han criticado al Gobierno por rendirse a las tensiones comunitarias.

Conscientes de la polémica, desde la organización recuerdan que el proyecto está dirigido a todos los públicos, también adultos, si bien uno de los objetivos es que los grupos escolares de todo el territorio puedan acudir a alguna de las muestras y tratar temas que muchos profesores no se atreven a hablar por cuenta propia.

"Hay una dificultad real de hablar en las clases. Muchos profesores tienen miedo o están incómodos con la idea de que haya un choque cultural entre alumnos de distintas confesiones", explica Lintz, que espera que el valor intelectual de este proyecto ayude, al menos, a limar las tensiones.