De Hopper a O'Keefe, el arte que creó conciencia artística en los EE.UU.

El MoMA de Nueva York presentó este miércoles su recorrido por el arte estadounidense entre 1915 y 1950, que con las firmas de Edward Hopper, Charles Burchfield o Georgia O'Keeffe, ayudó a crear la identidad artística de una nación en pleno proceso de encaramarse a la hegemonía económica mundial.

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Fotografía cedida por el MoMA este miércoles 7 de agosto de 2013, de la pintura de Ralph Steiner "American Rural Baroque" (1930), una de las obras que el museo presentó en su recorrido por el arte estadounidense entre 1915 y 1950.

"American Modern. Hopper to O'Keefe" es el título de la muestra que del 17 de agosto de 2013 al 26 de enero de 2014 estará en el Museo de Arte Moderno (MoMA) y que recorre la reacción artística a un período marcado por dos Guerras Mundiales y la Gran Depresión a través de 120 obras.

"Era el momento de definir algo nuevo, emocionante y profundamente estadounidense. Una preocupación muy importante que afectaba a artistas, comisarios de arte y al público", aseguró Esther Adler, quien junto a Kathy Curry ha sido la encargada de crear este recorrido por la nostalgia rural, la efervescencia industrial y los flujos migratorios que cosieron la nueva sociedad en Estados Unidos.

La exposición tiene como eje a cinco artistas: Edward Hopper, Charles Burchfield, Stuart Davis, Chalres Sheeler y Georgia O'Keeffe. "Cada uno de ellos tiene su propia respuesta a cada a todas estas cuestiones. Respuestas muy diferentes que dialogan entre sí", añadió Adler.

Las bisagras de la modernidad chirriando, la ruralidad sucumbiendo a la explosión urbana, lo industrial dominando el paisaje, la intimidad y la multitud son conceptos que toman la reflexión artística de la época. Y, tal como apuntó el director adjunto del comisariado del MoMA, Peter Reed, "el conjunto no es especialmente optimista".

Frente al avance tecnológico, la soledad del individuo firmada por Edward Hopper en grabados, acuarelas y óleos, incluyendo "Casa junto a la vía del tren", de 1925, que da la bienvenida a la exposición y fue el primer cuadro adquirido por el MoMA, cuyas puertas se abrieron el 7 de noviembre de 1929.

Según Reed, este hecho, así como la propia exposición (formada casi en su totalidad por obras pertenecientes al museo), desmiente la eterna acusación de que el MoMA da la espalda al arte estadounidense para centrarse en el arte europeo, del que posee obras maestra de la pintura como "Noche estrellada", de Van Gogh, o "Las señoritas de Aviñón", de Picasso.

Precisamente, Georgia O'Keeffe, proveniente del campo y que no salió de Estados Unidos hasta que fue anciana, prefirió filtrar la realidad de su país en forma de abstractos azules o primeros planos vegetales.

En sus acuarelas reinterpreta al británico J.M.W. Turner, (cambiando el tren entre la niebla por el tren en el desierto) o, frente a los girasoles de Van Gogh, retrata florecientes orquídeas.

"Por supuesto, había conciencia de lo que pasaba en Europa y había diálogo, aunque buscaran qué contribución podían hacer como estadounidenses", explicó Adler.

En la muestra, obras de artistas como Man Ray, que vivió en Europa, o de Robert Laurent, escultor estadounidense nacido en Francia, tejen los puentes entre ambos continentes.

En los años veinte, Charles Burchfield cubría tanto los paisajes rurales como los urbanos con la nieve que todo lo equipara (como escribió James Joyce) en obras como "Railroad Gantry" y "Back Alley Scene", mientras que Andrew Wyeth, en su témpera "Christina's World", de 1948, muestra a una joven desvalida en medio de una ruralidad entre nostálgica y perturbadora.

No faltan géneros clásicos, como las naturalezas muertas de Charles Sheeler, aunque Stuart Davis las convierte en bodegones contemporáneos con un salero o un colutorio bucal, o el arte social, especialmente tras la Gran Depresión, con ejemplos como la desoladora "American Rural Baroque", de Ralph Steiner, con una mecedora desocupada proyectando su sombra fragmentada por las lamas de la pared, o "In the Spring", de Grant Wood.

Las fotografías de Alfred Stieglitz, los trabajos escultóricos de Elie Nadelman o las témperas de Jacob Lawrence completan este paseo artístico que responde a la afirmación del historiador del arte Lloyd Goodrich: "uno de los rasgos más estadounidenses es nuestra urgencia por definir qué es estadounidense".