Edward Rutherfurd: No hay duda de que los chinos quieren recuperar su imperio

Edward Rutherfurd se considera un "historiador humanista" y, tras contar en sus libros la historia de las capitales más importantes, dedica su última novela a un siglo de China: "No hay duda de que los chinos quieren recuperar su imperio, y lo han dicho", asegura el autor en una entrevista con Efe.

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Foto del escritor británico Edward Rutherfurd cedida por la editorial Roca.

Rutherfurd, escritor británico diplomado en Historia y Literatura por Cambridge cuyo verdadero nombre es Francis Edward Wintle, ha escrito ocho novelas sobre el origen y la evolución de ciudades y países como Londres, Dublín, Rusia, Nueva York y París, entre otras, y la última de ellas es "China", un volumen de 858 páginas editado en español por Roca.

En esta novela se ha ceñido a un siglo de la historia de China, la que va del período imperial, en 1839, hasta la revolución de comienzos del siglo XX, en la que el país, como en sus otras obras, es el primero de los personajes y en los que mezcla historia y ficción.

China le fascinó desde adolescente, además de Rusia, donde su abuelo, un diplomático, había vivido durante años. Pero como la historia de China es enorme, tuvo que elegir un período de tiempo en particular: "Y cuanto más estudiaba, más me daba cuenta de que casi todo lo que estamos presenciando hoy tiene sus raíces en la gran interacción entre China y el mundo occidental en el siglo XIX. Eso me dio mi enfoque".

Para Rutherfurd, el budismo, el taoísmo y la veneración de los antepasados ​​fueron elementos poderosos en la vida china y están presentes en la actualidad. El confucianismo, el respeto por el orden familiar desde la familia individual hasta el gobierno, era un ideal central en China, y ese espíritu está completamente presente en la actualidad, explica.

"Humillados por Occidente, a finales del siglo XIX los progresistas de la administración china intentaron apoderarse de la tecnología occidental, primero para defender su imperio y luego para avanzar económicamente. El proceso no llegó muy lejos. Pero ahora ese proceso se ha acelerado enormemente. Hoy, los ingentes recursos humanos de este enorme territorio han tenido un período de relativa paz sin mucha revolución interna, y esto ha dado lugar a un gran avance económico", explica.

El escritor dice que "no hay duda de que los chinos quieren recuperar su imperio, y lo han dicho". "Cómo gestionar ese deseo diplomáticamente es un problema que no se ha resuelto", añade.

Rutherfurd expresa su confianza en que la mezcla de ficción y realidad acerque a los lectores al conocimiento de la historia: "Intento hacer que la historia de estas novelas sea lo más precisa posible, tan equilibrada y justa como sea posible. Al mismo tiempo, el lector se involucra a través de una buena historia".

Y así, cree que "la mejor formación para un estudiante de historia es intentar escribir un cuento, o incluso una novela, sobre el período que está estudiando", porque "eso es lo que hará que el estudiante haga todo tipo de preguntas y le dé vida a la historia".

Si al escribir su novela "Londres" sabía que sus lectores buscarían lugares, edificios, eventos históricos y personas que conocían, en el caso de "China" ha sido lo contrario, y tuvo que idear cómo presentar un mundo desconocido para el lector, donde incluso los nombres de personas y lugares podrían ser difíciles de pronunciar.

Uno de los problemas que encontró para escribir fue documentarse sobre la corte imperial de China durante la segunda mitad del siglo XIX hasta principios del XX, en la época de la emperatriz viuda Cixi, porque, aunque existen registros oficiales a los que se puede recurrir, hay muchos que permanecen "oscuros".

"¿Qué estaba pasando realmente en la Ciudad Prohibida?", se preguntaba. Y su solución fue que un eunuco de palacio contara su historia, en primera persona. Lo convirtió en una persona de lo más inusual, un eunuco que se había casado y tenía hijos, porque descubrió que esas personas sí existían. "¿Está diciendo la verdad? No podemos estar seguros", indica el escritor. Pero cree que este eunuco, al que llama Uña Lacada, es uno de sus mejores personajes.