El talento y la humanidad encerrados en las prisiones ven la luz en Manhattan

Tres minúsculos habitáculos asaltan al turista en el pintoresco y exclusivo "Highline" de Manhattan, situado en uno de los barrios más pudientes de la ciudad. Se trata de una instalación de arte que pretende recordar el "enorme" talento y humanidad que encierran las prisiones de todo el mundo.

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"Queremos esencialmente entrometernos en los espacios públicos con las voces de millones de personas encarceladas en todo el mundo", cuenta a Efe una de las responsables de la exposición, la doctora Baz Dreisinger.

Y es que las paredes de las pequeñas habitaciones, del mismo tamaño de una celda, están forradas con escritos de algunas de las millones de personas que permanecen encarceladas por todo el mundo.

"Expresan el rango completo del brillante talento y sensibilidad que se encuentra detrás de las rejas", señala Dreisinger.

En particular, de gente de EE.UU., el país que mayor número de prisioneros acumula en todo el mundo, con más de 2,3 millones de reos, de los que cerca de una tercera parte no han sido sentenciados.

"Queremos que esas voces sean el centro de atención para que la gente se interese por este problema", agrega Dreisinger sobre la muestra, titulada "The Writing on the Wall", y que el público puede ver desde este jueves hasta el próximo 10 de noviembre.

Para esta profesora, que trabaja en la Facultad de Justicia Penal John Jay, donde ha fundado un programa que se esfuerza en impulsar los estudios universitarios entre los encarcelados, "no hay nada que humanice más que la palabra escrita".

Entre los textos de los prisioneros que forran las paredes de las celdas, formadas por láminas de metacrilato, pueden leerse cartas y poemas, o pueden verse viñetas de cómic, pero destacan sobre todo los escritos de tinte político que exponen ideas sobre cómo arreglar un sistema carcelario que se considera roto.

"Muy pocas cosas funcionan en el sistema judicial en EE.UU.. A no ser que se piense que crear exclusión social y opresión racial es algo útil, que es para lo que en muchos aspectos está diseñado el sistema", agrega Dreisinger.

Nadie mejor que los encarcelados, opina la experta, para proponer proyectos e ideas para arreglar este sistema judicial, que encierra especialmente a afroamericanos y latinos en EE.UU., a la población indígena en Canadá, Australia y Nueva Zelanda, y en general a los más pobres por todo el mundo.

"Creo que merece la pena que escuchemos las voces de las personas que lo han vivido -razona-, porque saben como arreglarlo".

Aunque la mayoría de los escritos son de prisioneros de EE.UU., también cuenta con textos de El Salvador, Brasil, China, Uganda, Sudáfrica, Reino Unido, Australia y Noruega. "Todos los países que he visitado y en los que he enseñado", concreta.

La exposición, diseñada por el artista Hank Willis Thomas y MASS Design Group, pretende además poner de relieve que no hay ninguna correlación entre los índices de criminalidad y la cantidad de personas que hay en las cárceles.

"Se piensa que el castigar a las personas de manera obsesiva va a hacer que estemos más seguros, cuando en realidad todos los datos apuntan que no es el caso", afirmó Dreisinger, que describió el sistema de prisiones de EE.UU. como un "resultado directo de la esclavitud y la segregación".