Enrico Caruso, 150 años del mito de la ópera que inauguró la modernidad

Hace 150 años, en el seno de una humilde familia de Nápoles (sur de Italia), nacía Enrico Caruso, llamado a convertirse en uno de los tenores más famosos de la historia no solo por su voz, sino también como pionero de una tecnología aún naciente en los albores del siglo XX: el disco.

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Fotografía de archivo datada hacia 1920, del tenor Enrico Caruso (1873 - 1921). EFE/ais

Italia ha organizado un sinfín de actividades con motivo de esta efeméride, la más importante de ellas la inauguración el próximo 20 de julio en Nápoles del primer Museo Nacional sobre este legendario cantante que llevó al mundo las arias más famosas de la lírica.

La instalación estará en el Palacio Real napolitano, junto al Teatro San Carlo, la ópera más antigua del mundo y en la que él apuntaló su ascenso a la historia mundial del "Belcanto".

"Este reconocimiento a Caruso tiene que ver con nuestra identidad porque la cultura es nuestra raíz, tradición e historia. El autor es una parte del sedimento de nuestro sentimiento común", elogió en la presentación el ministro de Cultura, Gennaro Sangiuliano.

Caruso nació el 25 de febrero de 1873, solo tres años después de la Unificación italiana, en Nápoles, en casa de un mecánico y una limpiadora.

Aunque, dados sus orígenes, nada permitía augurarle un futuro musical, su vida empezó a cambiar al entrar al coro del oratorio de su barrio.

Su timbre de voz superó el delicado paso a la adolescencia, se fortaleció, y, así, empezó a actuar en algunos de esos teatrillos tan típicos de la ciudad de los Borbones.

Pero el destino quiso que en 1891, el barítono Eduardo Missino le escuchara cantar en un funeral y decidiera presentárselo al maestro Guglielmo Vergine, que aceptó darle clases de canto (ahorrándole su reclutamiento en el Ejército, en el que entró en su lugar su hermano pequeño Giovanni).

Su debut en un teatro fijo, en el Nuovo napolitano en 1894, fue un fracaso, pero su carrera, lejos de detenerse, siguió su curso, ampliando su repertorio y aceptación en las cercanas Caserta y Salerno, en el Bellini de Nápoles o en Sicilia.

El siglo XIX tocaba a su fin y Caruso seguía cantando, mientras vivía una historia de amor con la soprano Ada Botti Giachetti, ya casada y madre de un niño. Con ella tendría otros dos, Rodolfo y Enrico, aunque la relación acabaría rota y en un tribunal.

El gran paso lo dio en La Scala de Milán en febrero de 1901, al cantar en el concierto por la muerte del maestro Giuseppe Verdi, y después obraría su mayor sueño, debutar en el San Carlo de su ciudad.

Sin embargo aquella noche, en "L'Elisir d'amore" de Donizzetti, no dio su mejor recital y, profundamente decepcionado juró no volver a cantar en su ciudad, una anécdota todavía para muchos fruto de una leyenda.

En cualquier caso, fue desde este año cuando Caruso recabó una notable aclamación internacional, lanzándose al mundo anglosajón, con sonoros triunfos en Londres, así como en Lisboa, Buenos Aires, Montevideo y Río de Janeiro, mientras negociaba un contrato con el Metropolitan de Nueva York.

En abril de 1902 el tenor, ya por entonces uno de los más exitosos del mundo, fue de los primeros en predecir las ventajas de las nuevas tecnologías discográficas atreviéndose a grabar su voz en un disco. Y el resultado fue un éxito de ventas.

Caruso consolidaba su leyenda y en 1918, con 45 años, se casó con la joven estadounidense Dorothy Benjamin, con quien tuvo una hija, Gloria.

Pero pronto llegaría su decadencia en forma de una grave crisis física y psicológica que acercaría su retiro, a pesar de los intentos del mercado y las discográficas por retenerlo, dado su éxito y los teatros que llenaba.

En la Navidad de 1920 Caruso, de vuelta en Italia, fue diagnosticado de enfisema pulmonar, una grave infección, y tuvo que ser operado el 30 de diciembre de aquel año.

El 2 de agosto de 1921 moría en la ciudad que le vio nacer, Nápoles, acompañado por su familia, a la edad de 48 años, dejando para la posteridad el recuerdo del gran tenor de todos los tiempos.