Exposición en calles de Río de Janeiro evoca período esclavista

“Quien quiera comprar una negra con mucha leche, para criar a un niño, pues es todavía joven, sana y buen cuerpo, que se dirija a la calle del Valongo”.

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El texto, publicado en el diario de Río de Janeiro en 1822, es un anuncio publicitario para la compra-venta de personas en la época de la esclavitud, un período infame de la historia de Brasil que ahora se evoca en una exposición.

Un conjunto de 33 placas colocadas en áreas públicas del centro de Río, ciudad que fue uno de los epicentros del tráfico de esclavos de África a América, recuerdan que no hace tanto hubo un tiempo en que las personas eran tratadas como puros objetos.

La muestra fue realizada por un periodista y académico que en 2015 estudió los anuncios colocados en diferentes diarios por parte de esclavistas que reclamaban por la huida de sus “hombres y mujeres”.

“El pasado de la esclavitud en Brasil es una herida abierta”, explica Rogério Pacheco Jordão, el organizador, mientras camina por la zona del Casi do Valongo, la antigua zona portuaria que era la región de recepción y compra-venta de esclavos.

“Se vende un lote de lindos niños de 10 a 20 años, jovencitas negras y oficiales de oficios llegados del norte en el último (barco a) vapor, juntos o separados, son todos sanos y sin defecto”, se lee en otro anuncio publicado en 1863.

Los historiadores calculan que fueron cuatro millones los africanos traídos a la fuerza a Brasil para ser esclavizados, 700 mil de ellos entre 1790 y 1830, cuando el comercio transatlántico pasó a ser ilegal en buena parte del planeta, excepto en el país sudamericano, donde no sería abolido hasta 1888.

Río de Janeiro fue un lugar de gran importancia en ese tráfico, así como la región del estado de Bahía, donde muchos llegaban desde África, sobre todo Angola y Mozambique, moribundos o ya muertos por el extenuante e insufrible viaje.

De hecho, durante las obras de los Juegos Olímpicos de 2016 o en la actual expansión del sistema de tranvía VLT se hallaron restos arqueológicos que dan cuenta de ese período, como ruinas de “tiendas de esclavos” y cementerios donde eran sepultados en fosas los que perecían por el viaje en condiciones insalubres.

“Hay que reconocer esas heridas para curarlas. Pienso, por ejemplo, en el racismo brasileño, que es un racismo muy presente, pero al mismo tiempo muy negado y oculto”, agrega Pacheco Jordão, quien seleccionó algunos de los anuncios de diarios del siglo XIX para la exposición.

Era muy frecuente que terratenientes y hombres de poder e influencia anunciaran en los periódicos de la época la huida de esclavos, y pidieran a la población “devolverlos a su dueño”, o que se ofrecieran personas a cambio de dinero o propiedades.

Brasil tiene la segunda mayor población negra del planeta, tras Nigeria, pero el racismo sigue siendo muy presente en la sociedad y en la vida pública.

Hace unas semanas el candidato presidencial líder en las encuestas, Jair Bolsonaro, dijo que los portugueses no participaron del sistema de compra-venta de esclavos, “pues ni pisaban África”, y culpó a los propios africanos de aquel siniestro negocio.

Este exmilitar de extrema derecha también rechaza la manutención de cuotas en universidades y trabajos públicos para afrodescendientes creadas hace años para, precisamente, combatir la exclusión y el racismo de esta población en el país, donde son mayores víctimas de la pobreza y la violencia.

Fuente: Notimex