"Hacemos este recorrido en tu nombre para que tu legado llegue a nuevas generaciones. Permítenos entender el poder que hay en tus obras y vida para que todas las personas puedan comprenderte", reza una de las guías de la exposición al inicio de un recorrido que comienza en un tradicional altar de muertos repleto de flores anaranjadas, calaveras de colores y fotografías de la artista.
De los siete espacios interactivos que dan vida a "Frida Kahlo: La vida de un ícono, la biografía inmersiva", uno de ellos atrapa especialmente a los asistentes que, sentados en bancos o caminando boquiabiertos, giran sus cuerpos 365º mientras coxis colmados de flores y fetos en gestación evocan uno de sus grandes dolores: la imposibilidad de ser madre.
Esta preocupación que plasmó en obras como "Hospital Henry Ford", pintura que recuerda a un aborto sufrido en un centro médico de Detroit (EE.UU.), también se hace presente en otra sala de la exposición en la que, además de la figura del no-nato se advierte un caracol -también presente en ese cuadro- que hace referencia a la lenta y complicada pérdida de su "pequeño Dieguito".
LOS ACCIDENTES DE SU VIDA
Al compás de "La llorona", melodía de Chavela Vargas y uno de los amores de Kahlo, las frases que aluden a las "heridas mortales" nacidas de un "agravio de amor" se combinan con las fotografías en blanco y negro de la artista junto a ese muralista "panzón" que fue dos veces su marido y al que enamoró pidiéndole que revisara su obra para saber si valía la pena o debía abandonarla para siempre: Diego Rivera.
Ese, según dijo alguna vez, fue uno de los grandes accidentes de su vida.
En otra oscura sala de la instalación, también se recuerda su primer gran accidente, el mismo que le quebró la columna vertebral que años después reemplazaría por otra de estilo jónico en "La columna rota".
Entre cristales que estallan y un zapato de tacón que flota en el ambiente se recrea el momento en el que un lluvioso 17 de septiembre de 1925, cuando regresaba a casa junto a su primer amor, Alejandro Gómez, se dio cuenta de que había olvidado su paraguas y, tras tomar el siguiente autobús, un tranvía los embistió.
"Frida falleció en el accidente como esa niña que quería ser una doctora y renació como esa mujer que es el ícono que hoy celebramos", aseguró la directora de la Corporación Frida Kahlo, Beatriz Alvarado, en una entrevista con EFE en el centro comercial Unicentro que acogerá hasta el próximo 6 de septiembre a esta exposición.
EXPLORAR LA REALIDAD VIRTUAL
El broche de oro a esta inmersión que incluye hasta una versión con luces de neón del autorretrato que muestra los pendientes en forma de mano que le regaló Pablo Picasso a Kahlo, lo pone en la posibilidad de una experiencia de realidad virtual en la que los espectadores inician un viaje desde la icónica Casa Azul que acogió a la artista durante buena parte de su vida.
En este recorrido virtual donde, sentados en butacas y ocultos tras unas gafas y auriculares de gran tamaño, en un momento los espectadores levitan entre una lluvia de pipas de sandía que recuerdan a la última pintura de Kahlo que tituló, en letras rojo sangre, como "Viva la vida".
Pese a la aparente simpleza de estas piezas de fruta sobre un fondo azul, el simbolismo que se oculta en la cultura mexicana que relaciona a la sandía con la muerte, algunos expertos consideran que el tema no fue escogido por la artista de forma casual sino al calor del presentimiento de que su muerte se acercaba.
"Los museos nunca pasan de moda, pero tenemos que actualizarnos y buscar nuevas alternativas para atraer a la gente joven y a la mayor también", explicó el gerente general de Scena Colombia, Julián Alexander González.