El hallazgo se dio en Villa de Álvarez en semanas pasadas y se suma a los más de 80 salvamentos arqueológicos que se han realizado en los últimos 27 años en la zona conurbana del valle de Colima, donde se ha demostrado una ocupación humana que abarcó alrededor de 3,000 años en la época prehispánica.
Arqueólogos del INAH inspeccionan actualmente en la zona un terreno con una superficie de 10 hectáreas, en cuatro de las cuales han encontrado evidencias de la actividad que hubo en ese sitio a lo largo de 1,200 años, entre 600 a. C. y 600 d.C.
Sobre los trabajos, el especialista Marco Zavaleta explicó que de los casi 160 pozos de sondeo que se excavaron en el predio, sólo 13 fueron ampliados a unidades de excavación mayor, restando a la fecha cinco más por reconocer.
Zavaleta destacó que los hallazgos "permiten aproximarse a la vida cotidiana de quienes fueron los antiguos pobladores del valle de Colima".
"De un par de estas áreas excavadas se recuperó la mayor cantidad de materiales, sobresaliendo enterramientos humanos, algunos acompañados por restos óseos de perros. Aunque la abundancia del material cerámico corresponde al periodo conocido como Ortices, que cubre de 600 a.C. a 0-100 d.C., en las unidades donde se han localizado los entierros queda demostrada la reocupación que hubo en esta parte del valle tres siglos después, en la fase Colima (400-600 d. C.)", informó el INAH.
En una de las áreas los especialistas ubicaron a escasos 30 centímetros de profundidad parte de los cimientos de una casa habitación, y próximos a éstos, los restos óseos de tres perros con que fueron acompañados algunos entierros humanos.
En la exploración además se descubrió la evidencia ósea de ocho individuos en posición fetal o flexionada (orientados hacia el oriente) y restos esparcidos de otras osamentas humanas, que los especialistas consideran "refiere a la reutilización de este espacio con fines funerarios".
Zavaleta explicó que la forma de enterrar para la fase Colima consistía en la elaboración de una cista (tumba) de piedra dentro de la cual era depositado el cuerpo del difunto, y éste se cubría a su vez con metates y piedras.
"Hasta el momento y debido a la mala preservación de la mayoría de los entierros por la acidez del suelo, sólo han sido identificadas dos osamentas de individuos femeninos y uno masculino, que oscilaban los 30-40 años, una edad avanzada para esa época", indicó el Instituto.
El INAH además detalló que en otra de las unidades de excavación arqueólogos situaron varios entierros en cistas de piedra, pero en este caso se trató de cinco niños, entre tres y 12 años, que fueron colocados de manera extendida y bocabajo. (DPA)