La escritora Irene Vallejo sugiere a los políticos que lean a los clásicos

La escritora española Irene Vallejo, autora del reconocido ensayo "El infinito en un junco", sugirió este jueves que los políticos deberían leer a los clásicos de la antigüedad, cuyos pensamientos podrían ayudar a los líderes actuales del mundo.

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La escritora española Irene Vallejo posa con su libro durante una entrevista con Efe, hoy, en el Tec de Monterrey Campus Santa Fe, en Ciudad de México (México). EFE/ Mario Guzmán

"Gobernar es una tarea difícil y no me atrevería a dar consejos, más allá de que se lea a los clásicos, a los historiadores. La reflexión política que arranca en el mundo clásico es una extraordinaria formación para seguir pensando en el mundo en el que nos movemos, sus conflictos y sus problemas", señaló.

En una charla con algunos medios en el Instituto Tecnológico de Monterrey, en la capital mexicana, Vallejo confesó que siempre se remonta a Marco Aurelio, que fue al mismo tiempo emperador de Roma y filósofo, cuyas meditaciones son un documento maravilloso y una referencia fundamental de la filosofía del estoicismo.

"Los escribía, no para publicarlos, sino en sus noches de insomnio como forma de recordar las verdades que la filosofía le enseñó para ser un mejor gobernante. Es un manual de filosofía estoica y también un autorretrato del gobernante en sus dilemas y su angustias intentando ser fiel a sus convicciones", dijo.

Ganador del Premio Nacional de Ensayo de España en el 2020, el libro de Vallejo, un volumen sobre la historia del libro, estremeció a los lectores de habla hispana y se ha convertido en un fenómeno de ventas, que sorprendió a la autora, que hasta entonces vendía sus propios libros después de cargarlos a pequeñas ferias de literatura.

Además de hacer un recorrido por la evolución de los libros, la autora cuenta algunos pasajes de su vida de lectora; en uno de los más conmovedores cuenta el episodio de acoso sufrido cuando era niña, pero lo hace alejada de actitudes de víctima

"Me interesaba no contar esas experiencias desde el victimismo; tampoco el feminismo del libro está pensado desde el punto de vista victimista ni resentido, todo lo contrario; no recurrí a la queja sino sobre todo recordar a las que hicieron aportaciones valiosas y merecen nuestro reconocimiento y agradecimiento", observó.

Durante casi una hora, la filóloga originaria de Zaragoza habló de la sociedad, de la literatura y elogió la obra de las escritoras mujeres de América Latina.

"En Latinoamérica tienen ahora una generación de mujeres escritoras que es fantástica, más que en España, y tienen voces poderosas en el ensayo, la poesía, el relato, el periodismo, la crónica y todos los géneros", observó.

Considerada una promotora de la lectura de primera fila, Irene destacó no ser coleccionista de primera ediciones ni de libros firmados y confesó que no marca libros porque a veces los dona, pero le gusta ver que otros lo hacen y reveló tener una biblioteca desordenada, cuyos libros se expanden por los pasillos.

Sobre el llamado lenguaje inclusivo, Irene dijo que se resiste a él porque es importarte la economía del lenguaje y la solución no puede ser un desdoblamiento repetitivo y tedioso.

"Como escritora intento pensar en otras herramientas; en vez de hacer desdoblamientos idénticos, buscar sinónimos que de alguna manera. En vez de, lectores y lectoras, podemos decir exploradores de los libros y amazonas de las palabras, metáforas que permitan hacer el juego con el femenino incluido", aseguró.

Vallejo destaco que se sentía conmovida y emocionada por el recibimiento cariñoso en México como fue esta semana la presencia de mas de mil personas en la sala Nezahualcoyotl de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) donde respondió a las preguntas sobre el éxito inusitado de su ensayo y la génesis de creación del mismo.

La escritora recordó que, con el nacimiento de la escritura, el libro –fuese sobre rollos de papiro, piel u otro material- quedó en manos de élites del conocimiento y del poder, ostentado principalmente por varones. Mientras tanto, las mujeres quedaron relegadas al territorio de la tradición oral y expulsadas del festín de la lectura.

“Me parecía importantísimo perseguir las huellas de esos silencios, de esas expulsadas, y no sólo mujeres; también hombres que fueron excluidos por su procedencia social, por ser esclavos o por su raza”, destacó en el conversatorio en la UNAM.