Las noches “mágicas” del islam en Irán

Con rezos hasta la madrugada, los iraníes más devotos ruegan a dios que les depare un buen futuro y que haga realidad sus deseos en las tres noches “mágicas” del islam en Irán.

Las Noches de Qadr o del Destino se celebran tres veces durante el mes del Ramadán coincidiendo con las jornadas en las que Alá reveló el Corán al profeta Mahoma, según los textos sagrados.

Dios concede durante estas noches los deseos que se piden durante los rezos y perdona además los pecados, lo que otorga gran importancia a estas jornadas para los más creyentes.

En el conocido santuario de Ali Akbar, situado en el norte de Teherán, se congrega una gran multitud, desde jóvenes a ancianos, para rezar hasta altas horas de la madrugada.

“Creemos que el destino de todo el año y nuestros deseos de dios se determinan en estas tres noches”, explica a Efe Farhad Hadadian, custodio de este santuario.

Hadadian espera que los que rezan hoy en el recinto sagrado “deseen grandes cosas, por ejemplo que la República Islámica (de Irán) tenga grandes éxitos”.

Un poco más prosaico, Nader Mohamadi define esta noche “como un atajo” para que dios le ayude.

“Vengo a estar con dios para que me perdone mis pecados”, afirma el hombre de 37 años.

Según la creencia de la rama chií del islam esta festividad se celebra tres noches entre los días 18 y 22 del mes de ayuno musulmán.

Los suníes, por su parte, lo celebran solo una noche y suele ser el día 26 del mes de Ramadán.

RITUALES

Estas noches “mágicas” están muy ritualizadas. Antes de las plegarias los devotos practican el llamado "ghosl", que es un lavado completo del cuerpo establecido en la jurisprudencia islámica.

Después se pasa la noche en vela entre oraciones y cantos religiosos. Y para finalizar se coloca un Corán sobre la cabeza, un gesto típico de las Noches de Qadr.

Durante toda la jornada, la cofradía de Hadadian sirve comida, té y zumo a los asistentes, que ahora son unos 6,000, pero antes de la pandemia del coronavirus llegaban a los 23,000.

En el santuario de Ali Akbar, además, están enterrados 587 mártires, una cultura muy arraigada en el islam chií y fomentada por el sistema teocrático iraní.

“Este lugar es muy bueno porque están enterrados casi 600 mártires y hacen como de intermediarios con dios para que se cumplan los deseos”, dice Hadadian.

La imagen es estremecedora. Las tumbas están colocadas en hilera y sobre cada una de ellas está la foto del fallecido con luces rojas. De fondo, brilla la cúpula del templo entre luces verdosas.

Los enterrados aquí son mártires de la guerra contra Irak en los 80 y científicos nucleares asesinados supuestamente por Israel, entre otros.

El último mártir enterrado aquí es un hijo del propio Hadadian, un miembro de la fuerza paramilitar basij que murió en 2017 en unos disturbios en Teherán.

Algunos como Mohamadi vienen precisamente por los mártires.

“Pido a los mártires, que han derramado su sangre por dios que me ayuden ante el todopoderoso para ser perdonado por mis pecados”, afirma.

PRIMER IMÁN

Para los chiíes, estos días tienen también otro elemento importante. El día 19 de ramadán fue herido el primero de sus imanes, Ali, quien falleció dos días después.

Por ello, en el barrio de Chizar, donde está situado el santuario, se cuelgan imágenes de "mártires" y, en el santuario, telas negras.

Así, casi todos visten de negro, y los que no lo hacen al menos no llevan ropas de colores llamativos.

Toda la zona está cortada por las fuerzas de seguridad por la gran afluencia de personas. De hecho, el santuario se desborda y hay gente rezando apoyados en sus muros en la calle o en la mediana de la carretera.

Y sobre todo, el barrio y el santuario rezuman religiosidad, algo que se repite a lo largo del país, con los rezos resonando en muchos lugares.

“Cualquier momento es bueno para rezar. Pero esta noche al rezar todos juntos es mejor”, dice a Efe Nargues Josraví de 29 años.

“Dios siempre ha cumplido mis deseos”, asegura.