Madrid acoge "Picasso. Rostros y figuras", la "vuelta a casa" del pintor

La exposición “Picasso. Rostros y figuras” devuelve a Madrid al pintor español y lo hace en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, de la que fue un "alumno ejemplar” hace más de un siglo, durante un periodo breve de tiempo.

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Una persona observa la obra "Mujer", de la época de "Las señoritas de Aviñón", durante la presentación de la exposición "Picasso. Rostros y figuras" en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid. EFE/ Mariscal

“La era de la transformación virtual, la tecnología, la cirugía plástica, la pandemia y sus mascarillas alternan nuestra relación con los demás y también nuestra visión del cuerpo. Es un buen momento para reparar en la concepción que tenía Picasso de los rostros humanos y los cuerpos", dijo hoy en la presentación de la muestra Sam Keller, director de la Fundación Beyeler.

Fruto de la colaboración entre esta fundación y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, surge la exposición "Picasso. Rostros y figuras”, que muestra la especial sensibilidad del artista para concebir rostros y cuerpos y que podrá disfrutarse hasta el próximo 15 de mayo/.

La exhibición presenta casi 60 obras, con dos esculturas, siete pinturas, tres dibujos y 45 estampas, y "es una colaboración que surge a raíz de la exposición sobre Francisco de Goya que tuvo lugar en la sede de la Fundación Beyeler en Basilea”, explicó Tomás Marco, director de la Real Academia.

Considerada sede de algunos de los principales artistas modernos y contemporáneos, la Fundación Beyeler aporta a la muestra siete obras de Picasso, parte de las treinta que aglutina en sus colecciones privadas y que ahora llegan a la Academia donde Picasso estudió, en una exposición “modesta pero de gran calidad”.

“Es un honor colaborar en dar forma a la primera exposición de Picasso realizada donde el pintor se formó”, afirmó Keller, en referencia al ingreso formal en la escuela de San Fernando del pintor el 14 de octubre de 1897, para ser elegido como académico honorario en 1971, en la etapa final de su vida.

Para Keller, la exposición conforma “un nuevo capítulo en la colaboración con las instituciones de arte español”.

“No será la exposición más grande de Picasso, pero sí es una de las más especiales”, gracias a la particular mirada del artista sobre el cuerpo humano, que hilvana “un diálogo entre las obras”, añadió.

Estrella de Diego -académica, crítica de arte y comisaria de la muestra junto a Raphaël Bouvier- definió la exposición como “una vuelta a casa del pintor”.

Detalló que “es una exposición pequeña, casi de gabinete, que permite trazar un vínculo casi afectivo con las piezas y percibir la relación que existe entre ellas”.

“Cuando uno quería ser pintor a finales del XIX y principios del XX, tenía que pasar por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando”, desgranó De Diego, quien citó, entre otros, a Salvador Dalí.

“Su padre le dijo que, si lo que quería era ser artista, debía pasar por la Academia”, explicó la comisaria sobre este espacio, centro de enseñanza oficial hasta que en los años 60 se trasladara a la Escuela de Bellas Artes.

Es precisamente el hecho de que fuera centro neurálgico de la enseñanza del arte durante siglos lo que ha facilitado ahondar en la figura de Picasso para articular esta exposición.

“Hemos indagado y encontrado sus asignaturas matriculadas y su expediente, que muestra que era un buen estudiante”, indicó sobre el año que Picasso estuvo en Madrid, ciudad que abandonó a causa de una enfermedad.

“En la Academia se enseñaba a ser artista, a copiar dibujos y algunas técnicas como la del vaciado, que el artista usaría frecuentemente”, manifestó la comisaria sobre la importancia de esta escuela para la obra de Picasso, donde aterriza ahora con obras entre las que destaca, entre otras, el cuadro “Mujer” (1907), coetáneo de “Las señoritas de Aviñón”.

En un diálogo establecido “entre Picasso y las estampas de la Academia”, la exposición revela “cómo los ojos de Picasso veían lo que nadie más sabía ver".