"¿No estaremos comiendo mucha carne, Obélix?": un nuevo Astérix se va a China

Un nuevo Astérix con inquietudes veganas, unos César y Cleopatra en crisis marital y un Obélix enamorado se van a China en "Astérix y Obélix: El Reino Medio", la nueva entrega cinematográfica de la saga de los irreductibles galos, que llega de la mano de Guillaume Canet, Marion Cotillard y Vincent Cassel.

Etiquetas: 

087a735391a8e1dbd1c1a79ce3c54d9f76e52bb6miniw.jpg

Retrato de Asterix durante una rueda de prensa para presentar el 36º álbum de las aventuras de la pareja de galos titulado "El papiro de César" en París en 2015. EFE/Etienne Laurent

La película, en cines a partir del próximo 3 de febrero, narra la disparatada aventura oriental de Astérix (Guillaume Canet) y Obélix (Gilles Lellouche) -acompañados, por supuesto, del fiel perro Idefix- para ayudar a una princesa en apuros a la que pretenden quitar su reino.

Los "malvados" de la historia acuden, por su parte, al César (Vincent Cassel) en busca de apoyo y este ve en la conquista de las legendarias tierras chinas la vía perfecta para demostrar a su amada Cleopatra (Marion Cotillard) quién lleva "la toga en casa", aunque esta le quiera abandonar por su entrenador personal.

"Fue muy difícil porque con la pandemia se suponía que íbamos a ir a China, hicimos mucha investigación allí, empezamos a construir algunos escenarios... Y luego tuvimos que destruir todo", cuenta Guillaume Canet -quien además de interpretar a Astérix dirige aquí su primera gran producción- al presentar la cinta a la prensa en París.

Con dosis de humor absurdo y explotando tópicos culturales sin pudor, el Astérix de Canet tiene los elementos clásicos de la tira cómica de René Goscinny y Albert Uderzo, aderezados con dosis de feminismo, veganismo e incluso nuevas masculinidades.

Hay "humor" y hay "emociones", algo que realmente buscaba resaltar este conocido rostro del cine francés, al que no le preocupan mucho los debates que su película pueda suscitar -aún en plena era de discusiones sobre los límites del humor- más allá de hacer pasar un buen rato.

"No importa lo que hagas, la gente habla, así que hay dos caminos en la vida: o hablas o haces", afirma Canet.

"TRAGUÉ ARENA", DICE UNA COTILLARD QUE QUIERE COMEDIAS

Canet al principio no tenía pensado encarnar a Astérix, sino al César, pero los productores del filme le convencieron para acabar protagonizando la película y dejar el papel de líder romano a Cassel, quien junto a Cotillard forma un tándem de romance virulento y ambición.

"Es una pareja en crisis, son súper poderosos ambos, pero cuando se trata de la crisis son seres humanos normales", explica Cotillard, que resalta esa parte de su papel como la más interesante de interpretar.

Crear una versión de cómic de Cleopatra y hacer "comedia" aun retratando a una poderosa mujer de su tiempo era la otra gran ventaja de esta oportunidad para la ganadora de un Oscar por "La Vie en rose", que a pesar de ser una estrella de talla mundial echa de menos poder hacer reír más desde la gran pantalla.

"Tragué arena", cuenta, de hecho, entre risas, sobre un rodaje en el que participó incluso uno de los hijos que tiene con Canet, Marcel, haciendo de joven Astérix.

Es por esa faceta cómica de la producción por lo que Cotillard asegura que le "importa una mierda" (sic) que en Francia hubiera cierta polémica por su elección -como actriz blanca- para interpretar a la icónica reina egipcia.

"No me importa que la gente piense que no soy la persona correcta, porque esta no es la clase de película para tener esa clase de discusión (...) Pero sí me importa la representación y la forma en la que separamos las cosas de su origen", precisa.

De hecho, Cotillard se reafirma como una figura comprometida con las problemáticas de nuestro tiempo, desde el consumo responsable a las protestas en Irán, aun sabiendo que todo el mundo tiene que lidiar con sus propias "contradicciones".

Incluso admite haber vivido momentos en su carrera en los que se cuestionó el sentido del cine y del "star-system".

"Hubo un momento en el que pensé 'qué estoy haciendo, qué es este circo en el que estoy'", admite. Pero pensar en lo triste que sería la vida sin arte, sin películas y, al final, sin "ese circo", sería "muy triste", puntualiza Cotillard.