Taraborrelli, un experto en la historia de la familia Kennedy y prolífico escritor, se ha basado en cientos de entrevistas con amigos, familiares y amantes de Jackie a lo largo de tres décadas y en material inédito de la Biblioteca de JFK para escribir su nuevo tomo, "Jackie: Public, Private, Secret", indica la editorial MacMillan.
Según extractos del libro publicados por la revista People, unos días después del asesinato de JFK, el 22 de noviembre de 1963, Jackie contrató al arquitecto Jack Warnecke para que se encargara del monumento conmemorativo del presidente en el Cementerio Nacional de Arlington, y unos meses después tuvieron su primera cita.
Jackie se mostró reticente cuando Warnecke le propuso salir a cenar en mayo de 1964 y le reiteró que no estaba abierta al romance, pero el arquitecto no le hizo caso y se presentó en su casa esa noche con un ramo de flores: "Pero, Jack, yo no te dije que sí", le espetó ella. "Pero tampoco dijiste que no", le replicó este.
Surgieron así las chispas entre la viuda de JFK y el arquitecto, a quien en noviembre de 1964 invitó a su propiedad familiar en Cape Cod, una elitista zona de vacaciones en Massachusetts, y "una cosa llevó a la otra" hasta que se acostaron en la cama que antes compartió la pareja presidencial, dijo Warnecke al biógrafo.
Warnecke, que falleció en 2010 a los 91 años, reveló la relación a Tamborrelli pero le hizo prometer que no haría pública la información hasta mucho después de su muerte, y aunque ya la avanzó en un libro anterior, ahora cita recuerdos como que tenían "sexo en la privacidad del dormitorio, pero también en vehículos y playas".
El arquitecto planeó pedir matrimonio a Jackie en 1966 pero no lo hizo, y perdió su oportunidad más adelante cuando le comunicó a la ex primera dama que tenía deudas y esta perdió el interés en él, lo que le llevaría a conocer a su siguiente marido, el magnate griego Aristóteles Onassis, con el que se casó en 1968.
El libro también revela que la mujer tenía estrés postraumático por presenciar el asesinato de JFK y sentía que eso le "robó el derecho a odiar" a su marido por sus infidelidades, pero cuando descubrió que su psicoanalista, Marianne Kris, había tratado a Marilyn Monroe, una de sus amantes, entró en cólera.
A la muerte de Onassis, Jackie tuvo una aventura con el "playboy" hollywoodiense Warren Beatty, pero se desmarcó de otras amantes de este al describir sus encuentros sexuales con indiferencia: "Oh, está bien. De todas formas, los hombres llegan a donde llegan", le dijo a una amiga, según recoge Vanity Fair.
Sobre sus últimos años -falleció en 1994, dos meses después de ser diagnosticada con un cáncer linfático- el libro indica que Jackie estableció un ritual en el que invitaba a sus allegados a su casa y leían juntos cartas personales que esta había recibido a lo largo de su vida antes de quemarlas en la chimenea.
Uno de los allegados con quien realizó el ritual fue el propio Warnecke, que recuerda su última conversación: él le dijo que no había dejado de amarla y ella, que no le correspondió, aseguró arrepentirse de permitir que el asesinato de JFK la "atormentara" el resto de su vida porque era algo "que no podía cambiar".