El blindaje de los Juegos no impide a los nipones esperarlos con júbilo

En la víspera de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Tokio, el nuevo Estadio Olímpico se encuentra blindado al tráfico y al público, pero muchos japoneses aprovecharon la jornada festiva para vivir, a su manera, esta celebración.

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Las vallas separan a la ciudadanía de las fuerzas de Autodefensa (ejército) y los policías, pero eso no impidió que decenas de nipones se desplazaran con buen ánimo a las inmediaciones de las instalaciones para prepararse para la inminente inauguración del evento, ensombrecido por la pandemia de covid-19.

Para que todos los ciudadanos celebrasen este ansiado momento y, como ya hiciese en sus primeras Olimpiadas, hace unos años Japón decidió trasladar un simbólico festivo de su calendario, el Día del Deporte y conmemoración de los Juegos de 1964, a esta jornada clave.

Familias de paseo y amigos se acercan curiosos a las inmediaciones del acorazado "corazón" de estos Juegos, parejas de enamorados sujetan parasoles arrimados, mientras los niños corretean y se cuelan en los anillos olímpicos instalados frente al estadio bajo la mirada vigilante de los agentes de seguridad que merodean.

Al otro lado de la valla que separa la algarabía ciudadana del recinto olímpico, las fuerzas de seguridad trabajan para dar inicio al evento. Se han desplegado 8.500 militares, mientras que 60.000 policías patrullarán las calles y sedes durante la competición, el mayor despliegue de estas características en Japón.

Un contraste simbólico de estos Juegos en pandemia, que no da tregua a la capital, donde este jueves se contabilizaron 1.979 nuevos contagios, su mayor cifra en más de seis meses.

VIVIR EL MOMENTO, A PESAR DE TODO

Largas colas bajo el sol para fotografiarse en familia con los anillos o "disfrutar del ambiente" acercan a los japoneses a la calle justo a unos metros del estadio que recibirá a los atletas de todo el mundo y a pesar de que Tokio se encuentra en estado de emergencia.

Como Tsutomu Sato, de 56 años, que hoy salió temprano de la provincia colindante y recorrió en bicicleta los treinta kilómetros que lo separan de la capital, solo para "ver qué ambiente se vive".

"Mañana es la apertura y aunque no podemos venir, tenía que verlo", dice a Efe este ciclista aficionado, quien está a favor de que los Juegos sigan adelante porque "ya están organizados", aunque afirma que la vacunación ha sido un problema en el país y confía en que "si todo va bien", los Paralímpicos admitan público.

También se muestra contento Yasuhito Kato, de 52 años, que llegó el miércoles desde Nara, en el oeste de Japón, para vivir estos Juegos como voluntario del Comité Olímpico Español (COE).

Asistirá a los atletas y a miembros del equipo español en este idioma, que aprendió de joven. "Siento y creo en el poder del deporte para dar emoción y unir a la gente, así que creo que la celebración es una buena decisión del Gobierno japonés", afirma.

Para los más jóvenes también es una oportunidad de pasar tiempo en familia pese a los disgustos de la pandemia. Eso piensa Amy, de 13 años y residente en Tokio que, junto a sus primas Maya (14) y Mika (11), recién llegadas desde los Estados Unidos, planean verlo juntas en la televisión.

Tenían entradas para ver en directo partidos de golf, tenis y vóley-playa, pero "aunque no habrá espectadores y no podremos ver estos Juegos en los estadios, sí podemos verlos en familia en nuestras casas y eso es algo bueno", dice Amy.

"Será interesante ver cómo resultan estas Olimpiadas con covid-19 y la pandemia", señala por su parte Maya.

Tras guardar más de media hora de cola las jóvenes logran la ansiada fotografía de los anillos olímpicos con sus madres y abuela, vestidas para la ocasión con ropa deportiva y la bandera de Japón, y bajo la aguardante mirada de quienes esperan su turno.