La muestra supone saldar "una deuda" al desarrollarse "justo en el teatro de operaciones" de este importante acontecimiento histórico, según explicó José María Luzón, comisario de la exposición y miembro de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, la institución artística de más larga trayectoria cultural en España.
La Westmorland zarpó de Livorno (Italia) con destino a Londres con los bienes artísticos adquiridos por jóvenes aristócratas británicos durante su 'Grand Tour' por Europa, en un viaje cubierto por catorce aseguradoras pese a que la fragata se consideraba un barco "muy seguro" con sus veintiséis cañones, explicó Luzón.
El conocido como 'Grand Tour' era un viaje de aprendizaje que emprendían los jóvenes europeos arístrócratas y de la alta burguesía, para recorrer distintos países del continente.
Las piezas se encontraban en fardos y cajones marcados con iniciales "y han pasado más de doscientos años sin ser identificados sus propietarios", una labor a la que ha dedicado varios años este académico.
"Vimos en un cajón las siglas H.R.H.D.G., que en inglés correspondían a Su Alteza Real el duque de Gloucester, hermano del rey Jorge III, y tiramos del hilo hasta identificar a 32 viajeros ingleses propietarios de los cajones", resaltó.
El conde de Floridablanca, político destacado de la época, durante el reinado de Carlos III, fue el encargado de marcar con una cruz las piezas del botín que debían ser adquiridas para engrosar los fondos de la Academia de San Fernando, de las que ahora se muestra una selección en Málaga.
Tras ser capturada la fragata por la flota francesa a pocas millas de Málaga, en una acción legal en tiempos de guerra (España entonces apoyaba a Francia y era enemiga de Inglaterra), y llegar a este puerto, su capitán hizo una declaración de su carga en la que resaltó la presencia de un cuadro de gran valor -"10.000 pesos de nuestra moneda", fue la tasación-.
Se trataba de 'Perseo y Andrómeda', de Antonio Rafael Mengs, que fue enviado al entonces ministro de Marina francés, quien a su vez lo vendió a un agente de Catalina II de Rusia, por lo que ahora está expuesto en el Museo del Hermitage en San Petersburgo y solo se puede ver una fotografía del mismo en Málaga.
Entre las múltiples anécdotas que encierra la Westmorland, está la de otro cajón que, según la advertencia en un documento de un exjesuita, "no se podía vender", porque contenía reliquias de santos.
Ocultas en un bloque de mármol y guardadas en una caja forrada de seda roja, había reliquias de San Clemente, el tercer papa de la cristiandad.
Otro viajero transportaba flores de plumas para su novia, varias cajas de licor para su suegro y dulces de piñón para su suegra. "Los dulces se los comieron en Málaga para que no se estropeasen y las botellas de licor tampoco llegaron a la Academia, que solo recibió las flores de plumas", descubrió Luzón en su investigación.
Entre las joyas que se pueden contemplar en Málaga destacan varias obras de John Robert Cozens, el gran acuarelista inglés, "que se prestan poco para ser expuestas por motivos de conservación, por lo que es un privilegio verlas aquí", según el comisario.
El valor histórico de la muestra se da la mano con la tecnología, puesto que códigos QR que acompañan a las piezas permiten ver vídeos sobre uno de los principales sucesos navales de la historia del Mediterráneo y recreaciones en 3D, o incluso escuchar la música de las partituras expuestas en las vitrinas.