El bloqueo a ZTE y Huawei en Estados Unidos rompe los planes de desarrollo de China

El plan de desarrollo de China a largo plazo pasa por dejar de ser una fabricante de productos para multinacionales y convertirse en una exportadora de alta tecnología, pero el revés de ZTE y Huawei en Estados Unidos, que amenaza con extenderse a otros mercados, ha supuesto un varapalo para la estrategia de Pekín.

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Las compañías chinas de las telecomunicaciones Huawei y ZTE están decididas a defender con firmeza sus derechos de propiedad.

La decisión de la Cámara de Representantes de Estados Unidos de reprobar las operaciones de Huawei y ZTE en el país, por temor a que estas empresas puedan usar sus redes para espionaje en favor de Pekín, pone en jaque el futuro de dos gigantes tecnológicos con los que China contaba para dar un salto adelante en el desarrollo económico.

Australia prohibió en marzo a Huawei acceder a contratos para su banda ancha nacional, Canadá se plantea excluir a esa marca de la licitación para una red informática gubernamental y la UE intenta buscar evidencias para presentar un caso contra las dos firmas por posible "dumping".

La sucesión de acontecimientos teje una negra sombra para el futuro internacional de Huawei y ZTE, segunda y quinta mayores fabricantes mundiales de componentes electrónicos, y puntas de lanza del proyecto estatal chino de mejorar el valor añadido de la producción nacional.

La amenaza que la decisión en Washington ha supuesto para Pekín explica la airada respuesta del gobierno chino y los observadores nacionales del sector, quienes acusan a Estados Unidos de retornar al mundo de la Guerra Fría y discriminar al país asiático con sus decisiones.

"Todo esto revela una prejuiciada y absurda creencia de que las grandes empresas chinas son un monstruo amenazante, como si el 'macarthismo', la caza de brujas comunistas de los años 50, todavía prevaleciera", dice en este sentido un artículo de la agencia oficial Xinhua.

Huawei, firma fundada en 1987 por el exmilitar del Ejército chino Ren Zhengfei -de ahí nacen las reticencias norteamericanas- intenta en todo caso no caer en el pánico: "Nuestro negocio global se encuentra en un buen momento y no esperamos un gran impacto", señaló a Efe la portavoz de la firma, Laura Liu.

Tanto Huawei como ZTE (creada en 1985 a partir de empresas estatales relacionadas también con el entorno militar) intentan por todos los medios desligarse del gobierno y el Ejército chinos, pues esa supuesta relación es la que ha llevado a Washington a recomendar al mercado tecnológico nacional que no trate con esas dos empresas.

"Ni el gobierno ni el Ejército de Liberación Popular tienen acciones en nuestra compañía ni controlan nuestras operaciones, somos una firma propiedad de sus empleados", aseguró la portavoz de Huawei.

ZTE, por su parte, aseguró en un comunicado que es "la empresa más independiente y transparente de China y la que tiene una mayor vocación global".

No es la primera vez que grandes firmas chinas se encuentran con barreras en el mercado estadounidense: el primer caso importante ocurrió en 2005, cuando la petrolera estatal CNOOC tuvo que abandonar sus planes de comprar la estadounidense Unocal por las reticencias de la Administración en Washington.

Y casi de forma simultánea al caso ZTE-Huawei, el presidente estadounidense, Barack Obama, ha bloqueado la compra de cuatro plantas eólicas en Oregón (noroeste) por parte de la firma de propiedad china Ralls, alegando que la operación amenazaba la seguridad de Estados Unidos al encontrarse éstas cerca de una base naval.

"El miedo de Estados Unidos al 'made in China' se ha extendido de los productos de consumo al equipamiento tecnológico, de la industria extensiva a la intensiva", destaca otro artículo de opinión de Xinhua.

El que estos casos estén ocurriendo a apenas un mes de las elecciones estadounidenses, en las que los candidatos utilizan la "firmeza ante una China ascendente" como uno de sus bazas, hace pensar a Pekín que se ha convertido en una víctima de esos comicios, de la misma manera que hace 30 años el candidato más "deseado" era el que más criticaba a Japón.

Tanto ZTE como Huawei tienen su sede en Shenzhen, el centro nacional de desarrollo tecnológico donde también producen multinacionales del sector como Apple: los sueños de Pekín de convertir este lugar en su Silicon Valley particular, con vocación global, quedan ahora en entredicho, por el creciente recelo de los principales socios comerciales de China.