La conclusión figura en las actas de la reunión sobre política monetaria que tuvo el pasado 16 de marzo el banco central nipón, cuando acordó mantener en el mismo nivel el tipo de interés de referencia y ampliar las medidas de estímulo monetario para hacer frente al impacto del COVID-19.
El documento menciona que brotes de infecciones normales suelen generar un retroceso económico a corto plazo y, según retrocede, la economía se recupera.
"Sin embargo, teniendo en cuenta que la infección se ha propagado a nivel mundial en un período de tiempo, el impacto puede ser prolongado y significativo".
"Como hay una incertidumbre alta -agrega-, es necesario tener en cuenta que el impacto del COVID-19 puede ser significativo y no sólo temporal".
La valoración indica que se espera que la presión en favor del retroceso de la economía global se mantenga por un tiempo, con señales de inestabilidad en los mercados financieros y un deterioro en las condiciones de los negocios.
"La economía de Japón ha mostrado cierta debilidad desde que se notaran los efectos antes del COVID-19, y existe la preocupación de que pueda seguir siendo débil aunque se recuperen las economías de otros países", añade.
En el último trimestre del año pasado, el producto interno bruto (PIB) de Japón se contrajo un 0.7 % respecto al mismo período del año anterior y cerró 2019 con un crecimiento real del 0.7 %.