Emberá-wounaan, las etnias panameñas que captan las miradas en Fitur

El colorido de sus faldas y collares contrasta con sus pieles pintadas de negro, llamando la atención de muchos visitantes en Fitur, a los que las etnias emberá-wounaan de Panamá muestran su apuesta por un turismo sostenible.

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Gracias a la Feria Internacional de Turismo de Madrid (Fitur) esta comunidad da a conocer al mundo “la identidad y cultura de los grupos originarios de Panamá”, asegura a Efe la indígena Nitgida Carpio mientras elabora sus artesanías.

Los emberá y los wounaan, también conocidos con otros nombres, están presentes en varios países de América. En el caso de Panamá en lugares como una comarca que lleva su nombre, Emberá-wounaan, en unas quinientas hectáreas de la provincia Darién donde alrededor de cuarenta comunidades, con unos 10,000 habitantes, mantienen viva la cultura de estas etnias del grupo chocó.

Tras unas grandes letras de su país en colores, ella y otro miembro de una de estas comunidades originarias hacen con sus manos pulseras, collares o platos artesanales en el expositor de su país en la feria.

Y muchos visitantes se detienen a verlos, pues captan la atención entre los expositores en los que predominan los tradicionales mostradores con publicidad turística o las clásicas mesas para reuniones de negocios.

“Es una experiencia bastante innovadora”, confiesa, con la que atraen a quien asiste a la feria para mostrarle que su país tiene una gran diversidad ambiental, en la que las comunidades originarias conviven con la naturaleza.

“Rescatamos nuestra cultura para mantenerla siempre viva y que no se vaya perdiendo”, añade.

Esa tradición que pasa de generación en generación, pues desde niños aprenden a elaborar artesanía con materiales de los bosques en que viven en las montañas, es la base del turismo sostenible que promocionan en Fitur.

“Ahorita estoy haciendo la falda, que utilizamos los varones” actualmente, pues antes solo iban con el guayaco, como llaman en su idioma al taparrabos, explica a Efe Jorge Cuaynora.

El verde de “la naturaleza donde vivimos”, el rojo de la sangre derramada por sus antepasados, el azul del mar o el blanco de “la paz”, además de la bandera de su país, se combinan en los adornos que luce, junto con brazaletes y collares de plata.

Una vestimenta tradicional que confeccionan con chaquiras o abalorios, ante la mirada de los curiosos.

“Resaltamos nuestra cultura”, dice a Efe su compañera Lesbia Tunay, encantada de conocer por primera vez España gracias a su presencia en la feria.

“En los tiempos antiguos andábamos casi semidesnudos”, solo con falda las mujeres, con el pecho descubierto, y los hombres en taparrabos, apunta.

Esa paruma o falda típica de tela blanca con adornos en colores contrasta con la jagua, la pintura natural que sacan de la planta del mismo nombre para pintar sus cuerpos en un suave tono negro, que dura entre diez y quince días, detalla.

“Lo único que nos tapaba era la jagua”, recuerda sobre como vivían antes, mientras comenta que ella lleva pintados en su piel motivos florales y su compañero otros que simbolizan el tigre.

Unas figuras bien distintas a las grandes pantallas y enormes carteles con luces de neón que predominan en la feria, que del 19 al 23 de mayor reúne a 55 países y unas 5,000 empresas en el recinto ferial de Madrid, Ifema, en la considerada como primera gran cita mundial del turismo durante la pandemia.