La AIE prevé una reducción lenta de los combustibles fósiles con un pico de emisiones de CO2 en 2025

La guerra de Ucrania ha acelerado la transición hacia las energías limpias y el mundo podría alcanzar en 2025 el pico de emisiones de CO2, aunque sin un esfuerzo mucho mayor para abandonar los combustibles fósiles el calentamiento global será un grado superior al objetivo internacional de los Acuerdos de París.

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Este es el escenario que dibuja la Agencia Internacional de la Energía (AIE) en su informe anual de perspectivas globales publicado este jueves, y que, basándose en las últimas políticas tras la invasión rusa de Ucrania, por primera vez ha podido poner plazos al techo en el uso de cada uno de los combustibles fósiles: carbón, petróleo y gas.

Aunque parezca que el carbón está viviendo una nueva "edad de oro" como alternativa al gas, cuyos precios se han disparado sobre todo en Europa, en realidad es un efecto de corta duración porque a medio plazo va a seguir siendo reemplazado por las renovables y la energía nuclear para generar electricidad.

Su pico llegará así en unos pocos años, mientras que con el gas la demanda va a alcanzar a finales de esta década una especie de meseta. Para el petróleo, habrá que esperar hasta mediados de los años 2030 para que el consumo toque techo y empiece a disminuir.

LENTA REDUCCIÓN DE LOS COMBUSTIBLES FÓSILES

En conjunto, eso significa que la utilización de los combustibles fósiles va a disminuir a un ritmo lento, equivalente a un millón de barriles diarios cada año hasta 2050.

Teniendo en cuenta el incremento de las renovables, el peso relativo de los combustibles fósiles en el mercado energético va a pasar de alrededor del 80 % actualmente (un nivel relativamente estable desde hace décadas) hasta poco más del 60 % a mediados de siglo.

Los autores del estudio destacan que estas nuevas proyecciones para la demanda de combustibles fósiles en el horizonte de 2040 están un 20 % por debajo de lo que la AIE había estimado en 2015, justo antes que se firmaran los Acuerdos de París que fijaron el objetivo de limitar el calentamiento global a 1.5 grados.

Pero quedan todavía lejos de esa meta porque el abandono de los fósiles sigue siendo demasiado lento, según la AIE. La explicación está en la evolución de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), principal gas de efecto invernadero, que tras el bajón por la covid en 2020 dieron en 2021 el mayor salto de la historia hasta 36.6 gigatoneladas.

Con las políticas actuales, esas emisiones tocarán techo a mediados de esta década con 37 gigatoneladas y empezarán a disminuir lentamente para situarse en 32 gigatoneladas en 2050, lo que conduciría a una elevación de la temperatura global de 2.5 grados.

Para que el calentamiento se quedara por debajo de 1.5 grados, las emisiones de CO2 tendrían que caer a 23 gigatoneladas en 2030 y a cero en 2050.

ACELERAR LA INVERSIÓN EN ENERGÍAS LIMPIAS

Esa trayectoria necesitaría en primer lugar medidas de eficiencia y una aceleración fenomenal de las inversiones en energías limpias: Si en el escenario actual esas inversiones ya van a crecer más del 50 % desde ahora hasta comienzos de la próxima década para sobrepasar los 2 billones de dólares anuales, en realidad habría que duplicar esa cifra y superar los 4 billones.

Una de las condiciones para lograrlo es reducir la brecha en las inversiones en energías limpias entre los países avanzados y las economías en desarrollo.

"Los mercados y las políticas energéticas han cambiado como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania no solo de momento, sino para las próximas décadas", subraya el director ejecutivo de la AIE, Fatih Birol.

En ese contexto, Birol subraya que "las respuestas de los gobiernos de todo el mundo prometen hacer de éste un punto de inflexión histórico y definitivo para un sistema energético más limpio, más asequible y más seguro".

Y eso pasa por "redoblar los esfuerzos para garantizar que una amplia coalición de países participa en la nueva economía energética", insistió.