Así lo asegura el informe "Perspectivas de la Agricultura y del Desarrollo Rural en las Américas, una mirada hacia América Latina y el Caribe", elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
El informe, divulgado el viernes pasado, hace un llamado a reconstruir mejor y subraya que las acciones transformadoras a largo plazo deben llevarse adelante junto al proceso de recuperación inmediata ante la crisis, para abordar, de forma simultánea, las problemáticas sanitarias, económicas y climáticas.
Para ello, el estudio concluye que es necesario reconocer el rol que cumple la agricultura como fuente de ingreso, empleos y alimentos para la región y el mundo, y que la producción de alimentos debe estar en la primera línea de prioridades de financiamiento e inversión en la fase de recuperación y transformación pospandemia.
“La pandemia ha evidenciado la centralidad de los sistemas agroalimentarios para mantener los flujos de alimentos —globales, regionales y nacionales— desde nuestros campos hacia poblaciones confinadas por cuarentenas y restricciones a la movilidad. Ha hecho también evidentes nuestras vulnerabilidades”, manifestó en un comunicado la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena.
El sector agroalimentario fue más resiliente que el resto de los sectores económicos a los desafíos sanitarios, logísticos y financieros que planteó la pandemia: las exportaciones agroalimentarias de la región aumentaron 2,7 % en 2020 con respecto a 2019, mientras las exportaciones totales cayeron 9,1 %, indica la publicación.
EL FUTURO DE LOS SISTEMAS AGROALIMENTARIOS
Según el informe, el futuro de los sistemas agroalimentarios pasa por establecer una relación más armoniosa entre los seres humanos y la naturaleza y corregir las múltiples desigualdades sociales, económicas y territoriales de la región.
Un tema prioritario será acelerar la digitalización de la agricultura en la región y recortar las brechas de acceso a la tecnología.
“La agricultura digital puede hacer una contribución sustantiva a la transformación y al fortalecimiento de los sistemas agroalimentarios en su evolución hacia la sostenibilidad y la inclusión social. Las tecnologías digitales pueden generar una producción más alta, sostenible y resiliente, mercados más eficientes y accesibles, alimentos más seguros, nutritivos y trazables y, por supuesto, más inclusión y mejor calidad de vida para todos los actores de la ruralidad”, dijo el director general del IICA, Manuel Otero.
Según el informe, la digitalización de la agricultura en América Latina y el Caribe ha comenzado a acelerarse pero aún es incipiente, lo que se refleja en que el 71 % de la población urbana cuenta con servicios de conectividad, mientras que en la población rural este porcentaje baja al 36,8 %.
“Este es y seguirá siendo un proceso donde los ganadores serán quienes tengan la mayor capacidad de innovación, de adelantarse a los hechos, de descubrir y amplificar las nuevas soluciones y las nuevas formas de producir, procesar, comerciar, comprar y vender y consumir alimentos”, dijo el representante regional de la FAO, Julio Berdegué.
Para la transformación de los sistemas agroalimentarios, el informe destaca la necesidad de inversión en buenas prácticas de manejo sostenible, la promoción del cooperativismo y el aprovechamiento de las oportunidades que tiene la región para agregar valor a lo biológico y generar nuevas oportunidades socioeconómicas en los territorios rurales.
Septiembre 6, 2021
La crisis causada por la pandemia de la covid-19 significa una oportunidad para que la región de Latinoamérica y el Caribe transformen su modelo de desarrollo y construyan sistemas agroalimentarios más resilientes frente a futuros riesgos.
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