Al participar en aquí el VI Congreso de Investigación Financiera, destacó que la inclusión financiera apoya el desarrollo económico, pues casi todo se realiza mediante transacciones financieras, sobre todo electrónicas, que permiten ahorrar tiempo, dinero y eficiencia.
Por eso, el mundo va hacia la inclusión financiera digital “y esto no va a regresar”, apuntó al dictar una conferencia magistral en el evento organizado por la Fundación de Investigación del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF).
Afirmó que la inclusión financiera permite tomar decisiones de largo plazo, como ahorrar; elimina restricciones para el autofinanciamiento de las empresas, y da la posibilidad de un mejor manejo de riesgo, toda vez que una parte importante del sistema financiero son los seguros.
Refirió que según estudios recientes del Banco Mundial (BM), en América Latina casi 45 por ciento de los adultos tiene alguna cuenta en una institución financiera formal, pero México está por debajo de este promedio, con un balance de 39 por ciento.
“México está por debajo del promedio y la verdad es que no debería corresponder, dado su grado de desarrollo de México”, comentó la también presidenta del Comité Latinoamericano de Estudios Financieros, al comparar que el dato en Chile es de 63 por ciento.
Opinó que la inclusión financiera en América Latina va en un sentido positivo, incluyendo en México, pero de forma muy lenta, por debajo de países de otras regiones con nivel de desarrollo similar.
Aunque hay un avance en materia de inclusión financiera en el mundo, en América Latina no ha avanzado tanto con relación a otros países en términos relativos, y en el caso de México, la brecha es la más alta de la región.
Rojas-Suárez explicó que esto se debe a que México se compara con países con un nivel de desarrollo relativamente alto, pero “con respecto a sus pares, a México no se le ve muy bien”.
En términos generales, expuso, lo que obstaculiza la inclusión financiera son las restricciones socio-económicas, vulnerabilidades macroeconómicas, debilidades institucionales y fallas o barreras regulatorias que distorsionan la provisión del sistema financieros.
Sobre este último punto, subrayó que para impulsar la inclusión financiera, en especial la digital, se requiere un mejor marco regulatorio, toda vez que sin ello sería imposible adoptar y adaptar innovaciones en finanzas digitales que permitan que las poblaciones de bajos ingresos utilicen estas nuevas innovaciones.