La facturación del ente bancario con sede en Nueva York, que tiene el mayor negocio de intermediación en los mercados del grupo de los "Big Six" y menos exposición a clientes minoristas, ascendió entre enero y junio a 22,901 millones, un 12 % más que en el mismo tramo del ejercicio previo.
En cuanto a los resultados del segundo trimestre, los más seguidos por los analistas de Wall Street, la compañía aumentó un 50 % sus ganancias netas, hasta un récord de 3,047 millones, pese a apartar una provisión para pérdidas crediticias por la COVID-19 de 246 millones.
Los ingresos entre abril y junio fueron de 13,414 millones, un 31 % superiores a los registrados en ese trimestre del año pasado y también un máximo histórico para la compañía.
El máximo ejecutivo de Morgan Stanley, James Gorman, aplaudió los resultados de los últimos tres meses y dijo que la transformación de la empresa en la última década tenía como objetivo "dar estabilidad a tiempos de serio estrés", lo que ha llevado a "probar el modelo" y obtener "cifras de récord".
Por áreas de negocio, la mayor facturación la logró en las inversiones institucionales (7,977 millones, un 56 % más), impulsadas por el "trading" y especialmente la renta fija, que representó casi la mitad de esos ingresos y además experimentó un notable incremento (3,033 millones, un 170 % más).
También aumentó, aunque suavemente, la facturación del negocio de gestión de riqueza (4,680 millones, un 6 % más) y la de gestión de inversiones (886 millones, un 6 % más).
Los resultados de Morgan Stanley superaron con creces las expectativas de los inversores y sus acciones subían cerca del 1 % en las operaciones electrónicas previas a la apertura de Wall Street. La compañía prácticamente ha mantenido su valor bursátil intacto desde el comiendo del año.