El plan estratégico se implementará durante los próximos tres años y también implica mantener inactivos a otros 15,000 de sus 29,000 trabajadores, especialmente a aquellos implicados en las operaciones internacionales, hasta que se reanuden los vuelos al exterior, señala en un comunicado Qantas.
Asimismo, la aerolínea dejará en tierra unos cien aviones alrededor de un año, además de dar de baja seis Boeing 747 antes de lo previsto y retrasar la adquisición de su flota de A321neo y 787-9, agregó la empresa.
"Adaptarnos a esta nueva realidad supone tomar algunas decisiones dolorosas", dijo el director ejecutivo de Qantas, Alan Joyce, al recalcar que "lo que hace más difícil esta decisión es que antes de que nos golpeara la crisis estábamos reclutando pilotos, personal de tripulación y tierra".
Qantas, que este año cumple un siglo, espera operar a partir de julio a un 40 por ciento, respecto a los niveles prepandemia, de sus vuelos domésticos.
A mediados de abril, las aerolíneas Qantas y Virgin Australia, esta última en un proceso de administración judicial, recibieron una ayuda gubernamental de 165 millones de dólares australianos (113 millones de dólares estadounidenses/100 millones de euros) para operar vuelos domésticos claves durante la crisis de la COVID-19.
Esta inyección financiera se sumó a los 1,000 millones de dólares australianos (686 millones de dólares estadounidenses/610 millones de euros) que destinó el gobierno en marzo a la industria de la aviación aérea en respuesta a la pandemia.
El gobierno australiano, que quiere reanudar toda la actividad económica para julio, mantendrá probablemente hasta 2021 cerradas las fronteras, según declaró recientemente el ministro de Turismo, Simon Birmingham.