Natalie James habla del terror existencial en "Relic", el peor miedo que hay

La australiana Natalie Erika James estrena el próximo viernes en España "Relic", su primer largometraje, donde habla del terror existencial, el "peor que existe", dice, porque "no hay nada peor que temer a tus propios padres, que son los que deben darte seguridad, los que ahuyentan a tus monstruos".

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"Cuando te falla tu madre, la cosa ya no va bien -precisa la directora-, ya no hay nada, te sientes completamente solo, es un miedo existencial".

La cineasta debutante, una de las pocas mujeres que han optado por dirigir películas de terror, habla con Efe desde su casa en Melbourne (Australia) de este trabajo que ha tardado meses en llegar a las salas por culpa de la pandemia; en cualquier caso, asegura que le hace "muchísima ilusión".

Porque su historia personal está marcada por "Los otros", del español Alejandro Amenábar, la primera película que fue a ver al cine sin el permiso de sus padres, con un grupo de amigos.

"Yo era muy miedosa de pequeña, creo que he terminado haciendo esto por puro masoquismo", se ríe James.

"Salí aterrada de 'Los otros' pero a la vez era una sensación deliciosa, porque sentía como si todos hubiéramos sobrevivido juntos a la película".

Y le gustó mucho "el lado mas humano" del filme. Así, explica a Efe, empezó a virar hacia la vertiente emocional de las cintas de terror.

De ascendencia japonesa, Natalie Erika James se centró al principio en el terror asiático. "Me encantaban las pelis tenebrosas, oscuras, los dramas psicológicos" y acabó por decantarse por el terror sobrenatural, "sutil y sugestivo".

Rodó dos cortos de terror: en 2017 "Creswick" y en 2018 "Drum Wave"; y así llegamos a "Relic", la historia de tres mujeres: la abuela Edna (Robyn Nevin), la madre Kay (Emily Mortimer) y la nieta Sam (Bella Heathcote).

Nada más empezar, el espectador ve a una anciana de largo pelo blanco, desnuda, con la mirada perdida, delante de una bañera a punto de rebosar. La habitación es parte de una antigua casa señorial que James sitúa en un área boscosa de Victoria, el estado australiano al que pertenece Melbourne.

Después, se sabe que la anciana ha desaparecido. Kay y Sam, que no tienen muy buenas relaciones ni entre sí ni con la abuela, acuden a la casa donde vivían hace años para averiguar qué ha pasado; igual que se fue, la anciana vuelve sin poder explicar dónde ha estado.

James utiliza entonces los laberínticos pasillos de la casa como metáfora del propio cerebro y de la devastación de la locura, que la joven debutante reconoce a Efe están inspirados en el deterioro de su propia abuela.

"Me acerqué al tema porque mi abuela materna tiene alzheimer. Yo soy la nieta y me veo reflejada en mi madre; al mirarla, me di cuenta de que lo que veía era mi propio futuro", manifiesta.

Contar esta relación familiar desde la perspectiva de una película de terror "puede parecer a primera vista algo morboso, pero yo lo veo esperanzador -asegura James-. Todos vamos a corrompernos, física y emocionalmente, y verlo en escena tampoco me parece malo: la muerte es inevitable", reflexiona.

La directora juega sus bazas con maestría; la atmósfera de la casa, con espacios claustrofóbicos y sonidos, crujidos y gemidos -su fantástica iluminación aparte-, ponen los pelos de punta.

Aunque su intención, dice, es destacar la conexión humana que hay entre las protagonistas; dice que de lo que habla es de "una unión entre seres humanos, y eso no da miedo. Eso es lo que hace que nuestras vidas tengan valor, esas conexiones en la vida son las que le dan importancia".

Parte del embrujo de estas escenas -algunas brutales y sobrecogedoras- son las estupendas actuaciones de Emily Mortimer, a la que el público español disfrutó en "La librería", de Isabel Coixet, de Bella Heathcote y de la veterana actriz australiana Robyn Nevin, profesora, entre otros, de actores como Mel Gibson.

No es de extrañar que Jake Gyllenhaal y los hermanos Russo, Anthony y Joe, hayan apostado como productores ejecutivos de esta ópera prima que llega este viernes a las salas españolas.