Aprobación a gobernadores se desploma

En este último tiempo se observa un fenómeno de descrédito hacia las autoridades que ya se ha extendido a los estados de la República, pues por primera vez en las mediciones de Parametría, la desaprobación de los gobernadores es mayor que la aprobación. En 14 años no se había observado nada semejante. Lo singular es que en la serie de la aprobación de los gobernadores esta situación apenas se está presentando durante el 2016. En la encuesta realizada en el mes de abril, la desaprobación de los gobernadores se ubicó en 50 por ciento y la aprobación en 45 por ciento.

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Sólo en mayo de 2014 se observa otra cifra alta de desaprobación hacia los gobernadores, llegando a un 44 por ciento de evaluación negativa.

Diversos factores pueden influir en la variación de la aprobación de gobernador: crecimiento económico, desempleo, niveles de violencia, inseguridad, entre otros, son datos que cada entidad federativa presenta para analizar este fenómeno.

La interrogante es si los sucesos nacionales están afectando lo local, o están ocurriendo eventos particulares en los estados que están impactando en la evaluación de los gobernadores; o quizá una combinación de ambos elementos.

Es en este próximo escenario que 12 estados del país renovarán a su gobernador, y 2 estados más -Baja California y la Ciudad de México- también tendrán elecciones el próximo 5 de junio. Así que bien valdría la pena preguntarnos, ¿Qué tanto afectará la aprobación de cada uno de los gobernadores en las distintas contiendas?, ¿estamos en un escenario de aprobación baja hacia las autoridades?

Por otra parte, no sólo los gobernadores tienen mala aprobación, lo cierto es que por primera vez en México se puede hablar de un descontento generalizado con la clase gobernante. Desde hace algunos meses se han publicado diversas encuestas que muestran la baja aprobación del presidente Enrique Peña Nieto. El jefe del Ejecutivo ha llamado a este entorno adverso un "mal humor social". Sin embargo, es un estado de ánimo que no se había observado en México desde hace más de 20 años.

La literatura especializada habla del "voto de castigo" cuando el elector le niega el voto al partido político que está en el gobierno, con el fin de sancionarlo por su mala gestión o por estar en desacuerdo con algunas de las políticas desarrolladas durante el mandato de ese partido. El voto de castigo generalmente se manifiesta con el voto en blanco o sufragando por el partido adversario. Sin embargo, en México el voto en blanco no es conmutable, por ende la forma de voto de castigo se traduce en elegir a otro de los partidos o coaliciones adversarias. Ya veremos el 5 de junio durante la noche electoral que MILENIO y Parametría están preparando, si la aprobación de los gobernadores impactó o no en la intención de voto y en qué grado.