El experto de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) estimó que, de 10 parejas, al menos cuatro invaden la privacidad de la otra, y esto se presenta por igual tanto en el noviazgo como en el matrimonio y lo cometen hombres y mujeres, de forma indistinta.
“La invasión de la privacidad se da por igual, pero se asume de alguna manera en el matrimonio, como si fuera válido hacerlo o debería de serlo”, expuso el coordinador del Departamento de Atención a Urgencias Psicológicas de la UANL.
Dentro de esta problemática, indicó, hay algo que es muy frecuente y se trata del comportamiento pasivo-agresivo.
“Aquí, alguien de la pareja toma actitudes como ‘tú tienes la libertad de manejar tus redes sociales cómo quieras, darle me gusta en las publicaciones a quién quieras, y lo acepto y me aguanto“, señaló.
Externo que luego “aparece la reacción pasiva: ‘pero a la vez me siento triste y lloro en mi casa muy seguido, es decir, te estoy culpando de cómo me siento, te dejo, pero me duele lo que haces y después, si sabes que me está doliendo, por qué lo sigues haciendo´, y aquí está la parte agresiva “.
“Se vuelve una forma de generar chantaje, manipulación y control sobre la otra persona”, dijo.
Opinó que uno de los principales factores que influyen es la inseguridad, en donde todo lo que se acerque a la pareja representa una amenaza o un riesgo.
En este caso, dijo, alguien de la relación se empieza a comparar y se hace ciertas preguntas: “¿qué pasa si mi pareja se da cuenta que no soy tan bueno?” o “¿qué sucedería si no soy mejor que alguien más con quien habla frecuentemente?”, entre otras.
Otra causa, continuo, es decirle a la pareja qué sí y qué no debe hacer, como por ejemplo, pedirle que sólo acepte a ciertos amigos en sus redes sociales.
Advirtió que “en este caso hay un chantaje emocional o una codependencia, ya que alguien de la pareja dice: ‘yo quiero que el otro esté bien, para yo estar bien, y si el otro está mal, yo me voy a sentir muy mal´, y aquí inicia el tema del aislamiento”.
Rocha González comentó que algo común que asume una persona de la relación es guardarse ese enojo y no externárselo a su pareja por el control que tiene sobre ella. Y la afectada comienza a hacerse pensamientos como “no valgo nada”, “no tengo una libertad”.
Ante esta dificultad, alerto, aparecen cuadros de ansiedad, de depresión, de trastornos de alimentación, de aislamiento y dificultad o exceso en el dormir.
“Creo que la confianza podría estar así, cuando se comparten las contraseñas o cuando no hay por qué tener la contraseña del otro y uno puede confiar, y lo ideal sería cuando los dos están de acuerdo en cómo manejar esa situación “, expresó.