"Con miedo, pero ahí voy", confiesa tímidamente Griselda Grajales cuando explica a EFE el esfuerzo de escalar un árbol altísimo del bosque maduro de Panamá con el fin de colocar y mantener un nido artificial para el guacamayo verde, un ave en grave peligro de extinción por la desaparición de su hábitat y el comercio ilegal.