Se trata de dos tipos de monedas de cincuenta centésimos que, por primera vez desde el pasaje al euro como divisa oficial del Estado pontificio en 2002, circularán en la economía real y no sólo en estuches especiales para coleccionistas.
Hasta ahora el gobierno central de la Iglesia católica emitía cada año una gran cantidad de monedas de varias denominaciones, desde un centésimo hasta dos euros, pero la totalidad de las piezas acuñadas iba a dar al coleccionismo privado.
En diciembre de 2009 la Sede Apostólica firmó un acuerdo mediante el cual la Unión Europea le otorgó el permiso para acuñar monedas por un valor de hasta 2 millones 300,000 euros cada año, siempre y cuando un porcentaje de estas tengan una verdadera circulación.
Anteriormente el límite era de 1 millón 74,000 euros, de los cuales nada circulaba comercialmente ya que dicha cantidad salía al mercado sólo para consumo del coleccionismo, empaquetado en finos estuches.
Así la única posibilidad de acceder al euro vaticano era mediante la compra de dichos estuches cuyo precio era muy superior al valor propio de las monedas.
Billetes vaticanos nunca se han emitido ni se emitirán.
A partir de ahora la distribución de las monedas acuñadas por El Vaticano será la siguiente: de los dos millones 300,000 autorizados, un 20 por ciento se destinará a piezas preciosas especiales confeccionadas en oro y plata.
Del restante 80 por ciento, la mitad circulará a nivel comercial y la otra mitad podrá ofrecerse al gran público en diversos contenedores tipo souvenir.
Para evitar que los coleccionistas pierdan interés en el euro papal, actualmente en los negocios de la Sede Apostólica no se entregan, como resto, más de dos monedas vaticanas por cada cliente.