En el momento de su arresto, el presunto pederasta, de nacionalidad peruana, intentó darse a la fuga y eliminar el rastro informático de sus delitos, aunque finalmente los agentes lograron recuperar un disco duro en el que almacenaba el material.
En total, intervinieron más de 200 vídeos pornográficos en el que aparecían niñas de menos de diez años. La policía estima que más de 500 menores de todo el mundo podrían haber sido acosadas y chantajeadas por este sujeto, de 29 años, cuyo medio de vida era la distribución y venta de material pornográfico.
Las fuerzas de seguridad de ambos países colaboraron para identificar y detener al presunto pederasta, que actuaba en la red y tenía numerosas medidas de seguridad en su domicilio para evitar ser detectado.
Las primeras pistas, a principios de año, condujeron a los agentes españoles de la unidad de investigación tecnológica a un sujeto que, bajo el alias de "Maxi", contactaba con niños haciéndose pasar por un menor para obtener imágenes en actitud sexual que luego distribuía en foros privados de pedófilos.
Uno de esos vídeos, en los que aparecía una menor vestida con una camiseta de un colegio español, ayudó a los agentes a identificar al autor de los hechos. Tras el análisis de los equipos informáticos, los policías obtuvieron la cuenta de correo desde la que actuaba el agresor y que les condujo a una persona ubicada en Lima (Perú).
Tras la identificación de esta primera víctima, los agentes españoles pudieron comprobar la existencia de otras 14 menores españolas que estaban siendo víctimas.
El detenido reconoció los delitos que se le imputaban y aportó los detalles técnicos que utilizaba para captar y acosar a las menores y producir, distribuir y vender el material.