"Al día de hoy, creemos que pudo haber un miembro de las milicias muerto y otros dos heridos", declaró el secretario de prensa del Pentágono, John Kirby, quien admitió que continúan evaluando los resultados de la primera ofensiva autorizada por el presidente Joe Biden desde que llegó a la Casa Blanca, el pasado 20 de enero.
El pasado jueves, dos F-15E Strike Eagle arrojaron siete cohetes guiados de precisión contra instalaciones ubicadas en el punto de control de entrada de la ciudad siria de Abu Kamal, próxima a la frontera con Irak, detalló el viernes el portavoz estadounidense durante una conferencia de prensa.
Ese día se abstuvo de precisar las cifras de víctimas, e indicó que en el ataque fueron destruidas "totalmente" nueve instalaciones y otras dos resultaron afectadas "parcialmente".
Sin embargo, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Londres y que tiene una amplia red de colaboradores sobre el terreno, indicó tan pronto se conoció la acción militar que en el ataque estadounidense murieron al menos 22 combatientes de las milicias proiraníes.
Sin embargo, una fuente militar siria dijo a Efe el viernes que el bombardeo estadounidense tuvo como objetivo una zona "deshabitada" y causó un muerto en las filas del Ejército del país árabe.
La acción militar tuvo lugar después de que la embajada de Estados Unidos en Bagdad fue objeto el lunes pasado de un ataque con dos misiles tipo katiusha que impactaron en el exterior de sus instalaciones en plena Zona Verde.
Una semana antes, el pasado día 15, un soldado estadounidense resultó herido y un contratista murió en Erbil, la capital del Kurdistán iraquí, debido al impacto de varios cohetes katiusha, tres de ellos en el aeropuerto de la capital.
Los ataques contra instalaciones estadounidenses en Irak han aumentado desde que Estados Unidos matara en enero de 2020 al poderoso comandante iraní Qasem Soleimani en un bombardeo selectivo en Bagdad, una acción que fue muy criticada por las fuerzas políticas iraquíes y por las milicias proiraníes del país, que prometieron venganza.
De los ataques contra la Zona Verde se suelen hacer responsables grupos armados poco conocidos, pero Washington acusa directamente a Kataib Hizbulá, una milicia iraquí financiada directamente por Irán que EE.UU. ha clasificado como organización terrorista.