El año 2010 dará la medida de la duración de la crisis

Vaya por delante que las previsiones de analistas e instituciones sobre el comportamiento de la economía en 2009 que se formularon a finales del pasado año fallaron en su inmensa mayoría y nadie pronosticó el verdadero alcance de la crisis.

El escenario previsto a finales de 2008 sobre el año que ahora acaba podía entonces antojarse como catastrofista, pero vista la realidad se quedó sumamente corto.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) hablaba de una contracción de la economía del 1 por ciento, y las peores predicciones, las de los bancos UBS y Golman Sach, la elevaban al 1.6 y 2.3 por ciento, respectivamente, el déficit público se situaba entre el 4.3 y el 5 por ciento del PIB, el paro en torno a un 16 por ciento y la inflación por debajo del 2 por ciento.

La realidad: contracción de la economía del 3.6 por ciento, el déficit por encima del 10 por ciento, la inflación en tasas negativas, salvo a finales de año, y el paro en el 18 por ciento.

Tampoco hubo acierto sobre la bolsa y frente a una predicción, casi unánime de una revalorización del 15 por ciento, el Ibex lleva ganado ya el 28 por ciento.

Dicho todo esto, para 2010 -en cuyo primer semestre destaca la flamante presidencia española de la UE-, todos los pronósticos, tanto del Gobierno, como de organismos internacionales como la OCDE, FMI o Comisión Europea auguran que la economía española seguirá el próximo año con tasas negativas y que el paro seguirá en aumento.

En sus últimas previsiones de noviembre, la OCDE revisó al alza su pronóstico sobre la economía española y limitó al 3.6 y 0.3 por ciento la caída del PIB para 2009 y 2010, en línea con lo previsto por el gobierno español, mientras que el FMI es más pesimista y calcula una caída del PIB español del 3.8 por ciento para este año y del 0.7 por ciento para 2010.

El desempleo, que en 2010 el gobierno sitúa en el 18.9 por ciento de la población activa, lo eleva la OCDE al 19.3 por ciento y el FMI aún más, hasta el 20.2 por ciento, lo que situaría el número de parados por encima de los 4.5 millones de personas.

El déficit público, por encima del 10 por ciento en 2009, se mantendrá, según la Comisión Europea, por encima de los dos dígitos sobre el Producto Interior Bruto (PIB) debido al dinero destinado a mantener las políticas sociales, mientras que la inflación, señalan los analistas, se situará en torno al 1 por ciento (el 1.3 por ciento, en concreto), según la Fundación de las Cajas de Ahorros, que augura también una caída del PIB del 0.6 por ciento.

Otras previsiones sitúan el PIB entre un aumento del 1 por ciento, la más optimista (Intermoney) y una contracción del 1.2 por ciento, la más pesimista (BBVA).

En cuanto a la inversión, que en 2009 contabilizará un descenso del 15 por ciento, las previsiones apuntan a un retroceso más atenuado, en torno al 6 por ciento, mientras que el consumo privado seguirá en una tónica de atonía y la producción industrial continuará su curso de deterioro.

De los mercados, los analistas esperan ganancias más limitadas en las bolsas con mayor protagonismo de los "valores refugio" por su rentabilidad por dividendo, mientras que prevén sensibles subidas de las materias primas, tanto por la demanda de los países emergentes y en vías de desarrollo como debido a movimientos especulativos.

La agencia de calificación de riesgos, Moody's coloca a España como país desarrollado con mayor riesgo para 2010 y se alinea, en cierta medida con Standard & Poor's que rebajó las perspectivas crediticias de España por el deterioro de sus finanzas públicas.

La percepción de riesgo de impago de la deuda pública española se elevó del 6.1 por ciento del tercer trimestre al 7.7 por ciento en el cuarto, según el ránking de Credit Market Analysis, aunque lejos de Grecia y Dubái, donde los recientes acontecimientos han disparado las alarmas de impago.

Aunque es deseable que las previsiones se equivoquen, esta vez para bien, la economía real no está para escenarios optimistas. El premio Nobel de Economía de 2001, Joseph Stiglitz, sostiene que hay un riesgo "significativo" de que la economía norteamericana se contraiga en la segunda mitad de 2010, lo que alejaría la posibilidad de una recuperación sostenida de la economía mundial.

Stiglitz insiste en la necesidad de que el gobierno de Estados Unidos ponga en marcha un segundo programa de estímulo económico para animar el mercado laboral y garantizar la senda de la recuperación.

Esto contrasta con la doctrina que aboga por la retirada de los estímulos "anticrisis", que dejarían sin ayudas a las economías desarrolladas.

Será el momento de conocer si caminan, o no, solas.