El castigo a Suga pone en peligro al partido más poderoso de Japón

El primer ministro nipón, Yoshihide Suga, vive estos días sus horas más bajas, aunque es el futuro del poderoso Partido Liberal Democrático de Japón lo que podría estar en juego en las inminentes elecciones generales.

Los polémicos Juegos Olímpicos, el virus, la recesión económica y un varapalo electoral sobre la cabeza del primer ministro en la ciudad de Yokohama, terreno donde amasó su poder político, han puesto en la cuerda floja el dominio absoluto del casi eterno partido gobernante en Japón.

Según aumentan los contagios en la peor ola que sufre el país por la variante delta, más cae la popularidad de Suga, que tras los Juegos Olímpicos tocó fondo y no llegaba al 30 %, algo que preocupa al Gobierno cuando se avecinan elecciones.

CASTIGO POLÍTICO

"Elecciones en peligro" titularon en rojo las principales cabeceras japonesas este lunes, tras la derrota electoral del favorito de Suga a la alcaldía de Yokohama.

El mandatario colocó expresamente en la candidatura de la segunda ciudad más poblada del país a alguien de su confianza, pero el electorado prefirió la oposición, un "castigo político" por la gestión de la pandemia según los expertos.

"Es un tremendo error político, un fracaso y una sorpresa. Es muy raro que un favorito del primer ministro pierda unas elecciones, pero ya no tiene el apoyo ciudadano en Yokohama, su territorio", afirma Tomofumi Nakazawa, profesor de la Universidad Ritsumeikan de Kioto y analista político.

Todos los estratos sociales de la ciudad, mayores y jóvenes, castigaron al gobernante, reflejo de una ciudadanía al límite de su paciencia.

Continuos y poco efectivos estados de emergencia tienen descontenta a la pequeña y mediana empresa, el lento y desigual proceso de vacunación levanta críticas y un cierre fronterizo desde abril de 2020 no ha impedido la expansión de la variante delta.

Estos días la ciudadanía sufre el colapso sanitario y miles de enfermos son tratados en sus hogares, hasta el punto de que una embarazada fue rechazada en los hospitales y perdió al bebé en casa.

Entretanto, el Partido Liberal Democrático agoniza, pero hará todo lo posible por continuar en el Gobierno de un país del que apenas se ha separado.

CERO BENEFICIO OLÍMPICO

El Gobierno nunca se planteó cancelar los Juegos, a pesar de la oposición ciudadana y expertos, esperando que la excelente actuación deportiva les otorgase cierto rédito político, algo que finalmente el virus ha esfumado.

"Los Juegos Oímpicos no han afectado a la opinión pública porque una vez en marcha los ciudadanos se divirtieron", sostiene el profesor Nakazawa.

Pero ese relajamiento festivo es lo que el doctor y asesor del gobierno, Shigeru Omi, considera la principal causa de la actual ola de contagios y apunta directamente al Gobierno.

Los ciudadanos lamentan una gestión con doble rasero, mientras los atletas no podían conocer Tokio, el presidente del COI se paseaba causando un gran revuelo social.

Los Juegos dejaron también una inquietante novedad en el país, el mayor despliegue policial "para proteger los Juegos de los ciudadanos y no al revés", advierte Nakazawa.

EL PARTIDO DE LAS 100 CARAS

El Partido Liberal Democrático (PLD) no quiere soltar el control de su longeva institución. Creado en 1955, el PLD es una fuerza de facciones que luchan internamente por el poder para alternarse, siempre con el objetivo común de no soltar el timón del país.

La estrategia les ha llevado a gobernar el archipiélago durante seis décadas, exceptuando los periodos de 1993-1994 y 2009-2012.

La llegada del carismático Shinzo Abe en 2012 dinamitó esta estrategia puesto que el exmandatario logró aglutinar el poder total del partido, maniobró para controlar los principales medios de comunicación y contaba con el apoyo de las principales empresas niponas.

"Como la estatua budista de las cien caras, el PLD tuvo muchas, pero ahora solo tiene una sola cara y un fracaso podría costarle la vida al partido", ejemplifica el profesor japonés.

¿EL RETORNO DE ABE?

Abe dejó el mando del Ejecutivo hace un año por motivos de salud y cedió el turno a su número dos y aunque ha dado señales de vuelta y sigue reuniéndose con la cúpula política, los analistas no apuestan por un retorno inminente.

"Podría haber una sorpresa. Si la situación empeora y el partido está en riesgo, él podría salir otra vez para salvarlo", considera Nakazawa.

Por el momento, Suga anunció esta semana su intención de ser reelegido, pero está por ver si cuenta con el apoyo del resto de la formación. Si los casos de contagios siguen aumentando a este ritmo sus días podrían estar contados.

Fumio Kishida, exministro de defensa, anunció este jueves su candidatura para tomar el timón, con el beneplácito de Abe y del secretario general del PLD, Toshihiro Nikkai, un oráculo político.

Taro Kono, actual ministro encargado de la vacunación, podría también presentarse, pero su imagen se asocia a la lenta campaña de vacunación nacional.

¿Margen para la oposición? Los analistas vaticinan que no, puesto que en esta última década apenas ha tenido influencia, y prevén que el PLD renovará su mandato, aunque con menos escaños de los 270 que posee en la actualidad.

Finalizados los Paralímpicos, septiembre traerá más agitación política y una carrera por el timón de Japón.