En el primer cómputo oficial de muertos desde que los militares atacaron el lunes la acampada permanente que desde hace dos meses congregaba a manifestantes en Jartum, el viceministro de Salud sudanés, Suleiman Abdul Jabbar, negó en un comunicado difundido por la agencia estatal SUNA que el número de muertos haya llegado a cien.
Afirmó que la operación realizada por las fuerzas conjuntas para despejar la zona y los sucesos que se produjeron a continuación "solo provocó la muerte de algunos".
En la madrugada del lunes, fuerzas de seguridad sudanesas irrumpieron en la acampada que desde el 6 de abril se mantenía frente a la sede del Ejército y comenzaron a disparar bajo el supuesto propósito de limpiar de maleantes la zona.
Sin embargo, los militares reprimieron a los manifestantes y destruyeron la acampada, lugar de referencia y punto neurálgico de la protesta que llevó al derrocamiento de Omar al Bashir el 11 de abril.
En el último balance, ofrecido a la medianoche, el Comité de Médicos sitúa la cifra de muertos desde el pasado lunes en 108 y en más de 500 la de heridos, aunque el sindicato opositor da por sentado que la cifra aumentará.
Según el Comité, hay registro hospitalario de 64 fallecidos, mientras que más de 40 cadáveres han sido recuperados de las aguas del Nilo.
El asalto al campamento comenzó una represión que dura desde entonces y que ha llevado a las fuerzas de seguridad a reprimir a quienes se intentan manifestar en las calles.
El presidente de la Junta Militar que dirige el país desde el derrocamiento de Bashir, Abdelfatah Burhan, reiteró ayer la llamada a la oposición al diálogo.
El llamamiento se produjo después de que el día antes el propio Burhan anunciara la suspensión de todos los acuerdos alcanzados en las últimas semanas con la oposición con vistas a la formación de un Gobierno de transición.
En ese mismo anuncio, el jefe de la junta indicó que habrá elecciones en nueve meses, algo rechazado por la oposición que consideran necesario un Gobierno de transición civil de al menos tres años para llegar a un proceso electoral que pueda producirse con garantías.