El trauma de los testigos marca el tercer día del juicio por George Floyd

El trauma que generó la muerte del afroamericano George Floyd en algunos de los testigos del suceso marcó este miércoles la tercera jornada del juicio contra Derek Chauvin, el expolicía de Mineápolis acusado de asesinarlo hace un año.

El primero en dar su versión esta mañana fue Christopher Martin, el empleado de 19 años del supermercado en el que Floyd pagó con un billete falso de 20 dólares, el hecho que desembocó en su posterior encuentro con la Policía.

Martin dijo haber sentido "incredulidad y culpa" cuando vio que Chauvin acababa con la vida de Floyd.

"Si no hubiese recibido ese billete, esto se podría haber evitado", afirmó Martin, quien explicó que los empleados del supermercado debían reponer de su propio bolsillo el dinero falsificado que aceptasen.

Es por eso que, después de recibir el billete, intentó confrontar a Floyd en el exterior del supermercado pero ante la negativa de este a resolver la situación un compañero llamó al 911 (teléfono de emergencias).

Después de Martin subió al estrado Charles McMillian, un hombre de 61 años que presenció todo el suceso y que rompió a llorar al volver a ver las imágenes de la muerte de Floyd, lo que provocó que se interrumpiera el juicio durante 10 minutos.

McMillan, en el testimonio más emotivo hasta el momento, explicó que, mientras Chauvin asfixiaba a Floyd con su rodilla contra el cuello, se sintió "impotente".

Después, una vez la ambulancia ya se había llevado el cuerpo de Floyd, McMillian confrontó a Chauvin: "no respeto lo que acaba de hacer", a lo que el expolicía respondió: "está bien, esta es la opinión de una persona".

La defensa de Chauvin renunció a interrogar a McMillian una vez terminó de responder a los fiscales.

La muerte de Floyd en mayo de 2020 conmocionó a Estados Unidos y provocó una oleada de protestas raciales en todo el país que puso contra las cuerdas al Gobierno del entonces presidente, Donald Trump.

Floyd murió inmovilizado en el suelo por Chauvin, que durante más de más de nueve minutos le presionó el cuello con su rodilla mientras la víctima se quejaba reiteradamente de que no podía respirar.

El expolicía está acusado de los cargos de asesinato en segundo grado, penado con hasta 40 años de cárcel; asesinato en tercer grado, con una condena máxima de 25 años, y homicidio en segundo grado, que acarrea hasta 10 años de privación de libertad.

Sin embargo, como no tiene antecedentes penales, solo podría ser condenado a un máximo de 12.5 años de prisión por los primeros dos cargos y a 4 años de cárcel por el tercero.