Estado Islámico, una pesadilla menos presente pero igual de cierta

Un año después del final del "califato" en Siria e Irak, el Estado Islámico (EI) ha dejado de ocupar titulares y los numerosos crímenes que aún perpetran sus seguidores ya no son el centro de todas las preocupaciones, pero su presencia sigue siendo tan cierta como el peligro de que resurja.

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Cuando el 23 de marzo de 2019 la pequeña localidad siria de Al Baguz era liberada muriendo el último reducto del autoproclamado "califato", el mundo celebró la victoria.

Un año después, es palpable la evidencia de que un lustro de dominación dio al EI la oportunidad de llegar a una población nunca antes controlada por una organización terrorista y destrozar sus mimbres sociales con efectos aún difícilmente ponderables.

También un año después hay consenso general en que solo la respuesta militar parece controlar su resurgimiento.

¿DÓNDE ESTÁ EL EI?

La caída del autoproclamado califato del EI no se produjo de forma repentina.

La guerra militar y policial en todo el planeta hizo mermar el tamaño y fuerza del grupo terrorista. En Irak y Siria pasó de tener 70,000 combatientes en 2014 a 18,000 en 2018, según el informe el Índice Global de Terrorismo 2019 del Instituto de Economía y Paz.

El colapso del EI era cuestión de tiempo y a la pérdida del califato en marzo del año pasado se sumó la muerte en octubre de su líder y fundador, Abu Bakr al Bagdadi.

Los golpes fueron duros pero el grupo radical está muy lejos de su final.

El EI hoy "cuenta con entre el doble y el triple más de los militantes de base con los que contaba cuando en pocas semanas fue capaz de ocupar importantes extensiones de terreno", señaló a Efe Sergio Altuna del Real Instituto Elcano.

Su extensión geográfica no conoce precedentes y, aunque las ramas magrebíes han perdido fuerza, la adhesión al EI en el Sahel ha crecido exponencialmente, añadió Altuna, recordando que la organización tiene presencia en zonas donde el salafismo y otras corrientes fundamentalistas habían tenido "escaso o nulo arraigo" como Mozambique o la República Democrática del Congo.

El EI todavía es "fuerte y está extendido por muchos más países que antes de su surgimiento glolal en 2014. Está todavía activo y es letal", explicó a Efe Hasan Hasan, del Centro de Política Global

Para el analista, el grupo pasa por "una fase de transición de un califato a una insurgencia", pero "está lejos de morir. Al contrario en muchas áreas es todavía una amenaza muy seria como Afganistán, África e Irak", dijo.

LO QUE EL CALIFATO DESTRUYÓ

El impacto de la influencia del yihadismo salafita en los territorios que controló durante cinco años es aún difícil de medir. Desde el norte de Siria, país en el que hizo de Al Raqa su capital, hasta las extensiones de Irak, donde llegó incluso a amenazar Bagdad, el EI impuso su ley, su justicia y su ideología.

"La herencia del califato incluye daños duraderos en la propia esencia de los lazos sociales en lugares como Irak y Siria", señaló Hasan, al agregar que durante ese periodo destruyeron "sociedades y países, y eso será difícil de reconstruir en el futuro cercano, si es que se puede".

La eliminación del califato no borra ese legado ni evitará que las nuevas generaciones se nutran y "embeban" de ese "mito califal" omitiendo "las partes que no satisfagan sus necesidades y glorificando el resto", subrayó Altuna.

"Aquello que los teóricos de la yihad consideraban casi una utopía: el restablecimiento del califato, forma parte del imaginario colectivo y de la memoria de la militancia", agregó.

UN EI CONTENIDO PERO AMENAZANTE

Hasan destaca que, a pesar de todos los malos augurios, el EI continúa bajo presión y "ha fracasado en su recuperación desde el colapso del califato".

"La propia muerte de Al Bagdadi puede ser atribuida a esta presión constante, lo que le obligó a huir desde las otrora zonas seguras en la frontera sirio-iraquí y a buscar refugio en un entorno hostil en el norte de Siria, lejos de la campaña de Estados Unidos en Irak y Siria oriental", dijo.

Sin embargo, todavía tiene seguidores clandestinos y sus estructuras básicas internas se mantienen. Ya no es el mismo que el que fundó un paraestado en el medio de dos países.

"Más allá de si el grupo volverá a controlar amplias zonas como hizo, su experiencia en la construcción de un califato ha dado al grupo inmensas capacidades y eso moldeará su forma de pensar en el futuro y la forma de pensar de movimientos tanto violentos como no violentos", indicó el experto.