Europa y Grecia despidieron a Constantino II, el último rey que tuvo Grecia

La realeza europea se despidió hoy de Constantino II, hermano de la reina Sofía y último rey de Grecia, en un funeral celebrado en la Catedral Metropolitana en Atenas que sirvió de reencuentro para la familia del rey Felipe VI de España.

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El féretro del exrey Constantino II es sacado de la Catedral Metropolitana de Atenas tras el funeral en Atenas este 16 de enero de 2023. EFE/EPA/ORESTIS PANAGIOTOU

Ha sido la primera vez en la que toda la familia del rey, salvo la princesa Leonor y la infanta Sofía, han coincidido en un acto público desde el funeral de la infanta Doña Pilar de Borbón (hermana del rey emérito Juan Carlos) hace ahora tres años, si bien no han estado sentados todos juntos por motivos de protocolo.

Felipe VI y Letizia en la primera fila, reservada a los monarcas y jefes de Estado en activo; enfrente, al otro lado del ataúd, la familia directa del fallecido: los cinco hijos y cónyuges, así como la viuda, Ana María de Dinamarca.

Justo detrás tomaban asiento en segunda fila, Don Juan Carlos y Doña Sofía, así como la princesa Irene y algunos de los nietos del exrey.

Las infantas Elena y Cristina y sus hijos se han sentado en la tercera fila con otros familiares de su tío fallecido.

Esta era además la primera vez que el rey Felipe ha aparecido en público con su padre desde el funeral de Isabel II de Inglaterra, en Londres, el pasado septiembre.

Al funeral asistieron cerca de 200 invitados, dos terceras partes procedentes del extranjero y entre estos una decena de monarcas o príncipes que son jefes de Estado en activo, como la reina Margarita de Dinamarca, cuñada del fallecido, o los reyes de los Países Bajos, Bélgica y Suecia.

Entre los miembros de las monarquías y principados estaban también el Gran Duque Enrique de Luxemburgo; el príncipe Alberto de Mónaco; Margarita de Liechtenstein, el príncipe heredero de Noruega, Haakon, con su esposa Mette Marit, así como la princesa Märtha Louise, y, desde fuera de Europa, la reina Noor de Jordania y la princesa Raiyah.

Las exequias fueron oficiadas por el arzobispo de Atenas y primado de la Iglesia Ortodoxa de Grecia, Jerónimo II, quien concelebró en unión de todo el Santo Sínodo (conferencia episcopal).

Al final, el hijo mayor, Pablo de Grecia, pronunció unas palabras de recuerdo que aprovechó para recordar la participación de Constantino en los Juegos Olímpicos de Roma en 1960, y honrar su "patriotismo" en momentos difíciles para Grecia.

El primogénito evocó la actitud de su padre durante el golpe de Estado en 1967, cuando -dijo- el entonces rey intento organizar un contragolpe que fracasó y le obligó a abandonar el país, para no convertirse "en la causa de un nuevo derramamiento de sangre" si se quedaba en Grecia.

"Siempre fiel al legado de tu padre, aceptaste respetuosamente la decisión del pueblo griego", apostilló en alusión al referéndum de 1974, que abolió la monarquía y dio paso a la república en Grecia.

Después del funeral los invitados se dirigieron a la finca de Tatoi, antigua residencia de verano de la casa real griega, donde Constantino y sus hermanas, Sofía e Irene de Grecia pasaron muchos momentos de su juventud.

Los hijos del exrey, Pablo, Nicolás y Felipe y varios de sus hijos cargaron a hombros el ataúd cubierto con la bandera griega hasta la ermita que se encuentra junto a las tumbas, donde la familia rezó un responso.

En este breve acto estaba nuevamente presente la familia del rey Felipe VI y, por supuesto, también la viuda del exrey, Ana María de Dinamarca, sus cinco hijos, cónyuges y nietos.

A continuación, los familiares fueron saliendo de la capilla -la reina Letizia charlando con doña Sofía- hasta las tumbas, donde se dio sepultura a Constantino, en un acto celebrado sin la presencia de cámaras.

La jornada había comenzado con una despedida popular del exmonarca. En torno a 10,000 personas acudieron hasta la capilla ardiente para dar su último adiós a Constantino.

Aunque el Gobierno griego, presidido por el conservador Kyriakos Mitsotakis, decidió que el funeral debía celebrarse como un acto privado y no se preveía por tanto una capilla ardiente, finalmente cumplió el deseo familiar de dar a la población la oportunidad de presentar sus respetos al difunto durante un par de horas.