Casi la totalidad de los casos se concentra en el sudeste de Brasil, en los estados densamente poblados como Minas Gerais, Sao Paulo y Río de Janeiro.
La progresión del virus en el país refleja un aumento de fallecimientos respecto al mismo período 2016-2017, mientras el número de muertes podría aumentar por causa del elevado número de casos registrados, más del 54 por ciento en comparación al periodo precedente.
Ante el avance del virus, que se transmite de monos a personas por medio de la picadura de mosquitos, que son los vectores de la fiebre amarilla y otras enfermedades como el zika o el dengue, las autoridades brasileñas pusieron en marcha una campaña masiva de vacunación que, sin embargo, no dio los resultados esperados.
Más de 23 millones de personas en Río de Janeiro, Sao Paulo y el estado norteño de Bahía debían ser vacunados por las instituciones públicas de salud, pero los resultados indican que apenas entre el 40 y el 50 por ciento de la población en zonas de riesgo fueron inmunizadas.
Estimaciones del Ejecutivo brasileño apuntan a que unos 32.5 millones de personas residen en áreas expuestas al virus, sobre todo zonas metropolitanas cercanas a áreas de bosque donde hay monos que podrían estar infectados.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó a los viajeros internacionales que se vacunen si prevén viajar al estado de Sao Paulo.
Con todo, las autoridades brasileñas aseguran que no hay registro de fiebre amarilla urbana, que se transmite entre personas por picaduras de mosquito, en especial de los géneros Aedes y Haemagogus, y está erradicada en Brasil desde 1942.