Gerry Adams y los fantasmas del pasado en Irlanda del Norte

Muchos en Irlanda del Norte pueden haberse preguntado cómo es posible que un hombre que entra y sale de la Casa Blanca haya estado cuatro días detenido sometido a un interrogatorio en relación con un asesinato que se remonta a más de cuatro décadas.

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El presidente del partido pro-irlandés Sinn Fein, Gerry Adams.

El presidente del partido pro-irlandés Sinn Fein, Gerry Adams, fue puesto en libertad sin cargos en la tarde del domingo, pero la Fiscalía general sigue estudiando el caso.

El estatus y la fama alcanzados por el partido en todo el mundo por haber hecho posible la paz se ven marcados por las lacras del pasado. Y es que a la hora de procesar las consecuencias de más de 30 años de guerra civil en Irlanda del Norte los dolorosos recuerdos de las víctimas siguen muy vivos.

Con el interrogatorio a Adams, una de las figuras simbólicas del proceso de paz en Irlanda del Norte, se está poniendo un gran obstáculo a la paz, consideran los analistas. Los seguidores del Sinn Fein ven detrás del mismo a "fuerzas oscuras", que después de décadas no han superado su "odio" contra Adams y su partido, que luchaba por la unión con Irlanda. En cambio, las víctimas afirman que sin Justicia no puede haber reconciliación.

El ex ministro británico para Irlanda del Norte Peter Hain advirtió del peligro de una visión unilateral a la hora de procesar el pasado y pidió una reflexión sobre la exigencia de hacer borrón y cuenta nueva sobre los "horribles asesinatos" en el conflicto que enfrentó a protestantes y católicos en Irlanda del Norte.

"Pero tampoco puede haber una ley para Adams y otra para los soldados británicos", dijo Hain en la noche del domingo en declaraciones a la televisión británica BBC. Con ello se refería al "Bloody Sunday" del 30 de enero de 2972, cuando paracaidistas británicos mataron a tiros a 13 manifestantes católicos.

El interrogatorio al que Adams fue sometido durante cuatro días se refería al caso de Jean McConville, viuda y madre de diez hijos que en 1972 fue secuestrada por el antiguo Ejército Republicano Irlandés (IRA), asesinada y enterrada en un lugar desconocido. Su cadáver no apareció hasta 2003 en una playa de la República de Irlanda. Su hijo Michael tenía 11 años en el momento del asesinato y también fue amenazado por el IRA.

"Todo lo que queremos es Justicia para nuestra madre", dijo Michael a los medios británicos esta semana, pidiendo que los responsables sean llevados ante el Tribunal Internacional de La Haya como criminales de guerra. Una de sus hermanas, Helen McKendry, dijo a la BBC que ya no tiene miedo de la venganza del IRA: "¿Qué podrían hacer? ¿Meterme una bala en la cabeza? Ya saben donde vivo".

El destino de los "desaparecidos" es un capítulo especialmente oscuro en la historia del conflico norirlandés que sólo se investigó en el marco del acuerdo de paz de 1998. Un año después el IRA presentó una lista de 15 personas a las que, acusándolas de espionaje, secuestró, asesinó y enterró en secreto. La búsqueda de los restos de las víctimas comenzó, pero de siete de ellos sigue sin haber rastro.

La fallecida ex activista del IRA Dolours Price, que habría inculpado a Adams, describió en 2012 al Sunday Telegraph su papel en el caso de Jean McConville. Las víctimas fueron calificadas entonces por el IRA de "desconocidas". "Llevé a Jean McConville (...) de Belfast a Dundalk. Le di cigarrillos y comida del Fish'n Chips antes de abandonarla", dijo en una entrevista que el Tehegraph ha vuelto a publicar.

El gran escándalo en torno a Adams y el caso McConville podría traer también consigo peticiones de justicia y de compensaciones económicas similares en Irlanda del Norte y Reino Unido. Las consecuencias que tendrá el asunto en el proceso de reconciliación en Irlanda del Norte son impredecibles.

Mientras tanto, el partido del Sinn Fein sigue recabando apoyos en las urnas, tanto en Irlanda del Norte como en la República de Irlanda, y ahora pone sus esperanzas en las elecciones europeas. Su nueva imagen democrática es representada en muchos lugares con activistas jóvenes. Quizá, escribía el Times el sábado, es hora que el Sinn Fein deje las riendas del partido a una nueva generación. (DPA)