Haití, un país en manos de las ONG

Las avenidas que suben las estribaciones de Puerto Príncipe no están flanqueadas sólo por escombros, sino también por postes con modernas placas solares apuntando al cielo. En la capital haitiana abundan los costosos proyectos de infraestructura, a los cooperantes extranjeros se les reconoce fácilmente por los vehículos todoterreno. Son señales de la buena voluntad: Haití es uno de los Estados con la mayor densidad de organizaciones de ayuda humanitaria del mundo. Y, sin embargo, sigue siendo también uno de los más pobres.

Etiquetas: 

Unas 250 instituciones de ayuda al desarrollo, entre agencias estatales, iniciativas privadas y organizaciones no gubernamentales (ONG), operan actualmente en el país más pobre del hemisferio occidental. Según cifras del gobierno, en el pequeño Estado antillano están inscritas aún unas 600 organizaciones, las restantes de las miles que llegaron al país después del terremoto de 2010.

¿Puede ser la caridad extranjera un impedimento para el desarrollo? La presencia masiva de organizaciones extranjeras pone a todo un país bajo tutelaje, consideran algunos analistas.

La Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH) opera en el país desde 2004. Sin los cerca de 8.000 cascos azules que custodian las calles y los campos de refugiados junto con los 12.000 policías hatianos no sería viable el Estado. También los 320.000 refugiados que continúan viviendo en campamentos provisionales necesitan de la ayuda internacional para poder sobrevivir.

Se trata de un "arma de doble filo", considera Marc Desir. "En general, yo creo que las ONG han aportado muchas cosas al país", evalúa en Puerto Príncipe el decano universitario de 47 años. "Pero creo que es igualmente un arma de doble filo, una arma que ha desmovilizado al Estado", agrega.

Para Desir, la cooperación tiene también un efecto negativo porque la propia sociedad hatiana ha caído en la desidia. "Nos quedamos en manos de las ONG, lo que es bastante malo", resume.

Miles de voluntarios e iniciativas de apoyo llegaron a Haití después de la tragedia del 12 de enero de 2010. El país quedó inundado por un mar de solidaridad. En medio del colapso casi total del ya de por sí deficiente aparato estatal -el terremoto que mató a unas 316.000 personas derribó incluso el palacio presidencial- las fuerzas estadounidenses tomaron el control de la situación para garantizar el flujo de la ayuda.

Y las estructuras paralelas al Estado se han ido asentando poco a poco. Las ONG brindan ayuda y trabajo a miles de personas, pero también impiden el fortalecimiento de instituciones propias. En Puerto Príncipe se puede constatar la omnipresencia de las organizaciones internacionales: desde las tiendas de refugiados con el logo de la agencia estadounidense USAID o de Oxfam hasta las numerosas sedes de ONG en las partes altas de la ciudad, tradicionalmente las más acomodadas.

El Estado haitiano quiere por eso impulsar una mayor coordinación con la ayuda internacional. "Tratamos de ver cómo pueden colaborar las ONG con el gobierno (...) con el fin de llegar de forma efectiva a la población y así, esperamos que los resultados sean más perceptibles", explica Bernice Kavanagh, responsable del trabajo de las cooperación internacional en el Ministerio de Planificación haitiano.

"Considero muy peligroso cuando hay organizaciones que trabajan de forma paralela al Estado", reconoce Dirk Guenther, director regional de la ONG alemana de lucha contra el hambre Welthungerhilfe.

"Se lamenta siempre que el Estado (haitiano) sea débil, pero éste no se podrá fortalecer de esa manera", agrega Guenther. Su organización explora actualmente vías para apoyar de mejor manera el surgimiento de la sociedad civil haitiana.

La idea de que la cooperación mal encaminada pueda ser también un lastre para países subdesarrollados ha sido mencionada a menudo en los últimos tiempos. El hijo del multimillonario inversionista y filántropo estadounidense Warren Buffett criticó hace unos meses abiertamente a organizaciones benéficas como las de sus padres.

Su "big bang" personal tuvo lugar en 2006, con la creación de las tres fundaciones de su familia, escribió en julio en "The New York Times" Peter Buffett. Después, aseguró el músico y compositor, conoció de cerca lo que llama el "colonialismo filantrópico".

La "industria de la caridad" gastó sólo en Estados Unidos unos 316.000 millones de dólares en 2012, sin conseguir ayudar de forma efectiva a reducir la pobreza, lamentó el hijo menor de Warren Buffett y co-presidente de la NoVo Foundation estadounidense. (DPA)