La crisis política venezolana y sus efectos en Colombia

La profundización de la crisis política y económica de Venezuela afecta de forma directa a Colombia, por ser su principal vecino con una frontera de más de dos mil 200 kilómetros y por donde circula más del 60 por ciento de su comercio binacional.

La frontera colombo-venezolana es estratégica para estas dos naciones desde las perspectivas de seguridad, intercambio comercial y de movilidad de sus ciudadanos con fuertes nexos históricos y culturales.

La línea fronteriza es considerada una de las zonas más dinámicas y conflictivas de América Latina, porque en ella además de moverse los negocios legales, es un escenario de operaciones ilegales como son el contrabando, tráfico de armas, droga, retaguardia de la insurgencia, paramilitares y narcos.

Venezuela con un gobierno de corte socialista y populista, liderado por el presidente Nicolás Maduro, y Colombia con un mandatario neoliberal convencido del libre comercio, antiestatista, como lo es Juan Manuel Santos, hacen que las relaciones entre Caracas y Bogotá se tengan que “manejar con pinzas”.

Estas realidades históricas que tienen Colombia y Venezuela, hacen que cualquier crisis de tipo político, económico, social y de seguridad que se presente a uno u otro lado de la frontera impacte de forma directa a los dos Estados y sus respectivos gobiernos.

Es en este contexto que la actual crisis que vive el vecino país con una polarización de la sociedad -que ya está en la línea roja de una eventual guerra civil- pone a Colombia como el primer receptor de los efectos que en América Latina genera la confrontación interna en Venezuela.

Un primer efecto de tipo social son las oleadas de colombianos residentes por décadas en el vecino país que empiezan a regresar junto a centenares de venezolanos que salen desesperados en busca de “un pedazo de pan” para sus familias.

Estas escenas se ven en las ciudades que están en la zona de frontera, pero que poca a poco se extienden a la costa Caribe como: Valledupar, Barranquilla, Santa Marta, Cartagena, Montería y otras como Medellín, Bucaramanga y Bogotá.

Los sistemas de transporte masivo de las grandes ciudades de Colombia son los sitios referentes para medir la desesperación de venezolanos de niveles socioeconómicos bajos o medios, incluso profesionales, vendiendo comestibles, cantando a cambio de una moneda.

Los venezolanos también llegan a las poblaciones colombianas en la frontera para hacer compras de los productos de primera necesidad, que difícilmente se consiguen en los comercios de su país.

Históricamente Venezuela fue el segundo socio comercial de Colombia, pero con la llegada al poder de Hugo Chávez y luego Maduro, los gobiernos colombianos y el empresariado empezaron a buscar nuevos socios para sustituir la demanda venezolana, que cada vez era más compleja, por el propio modelo que imponía la denominada “Revolución Bolivariana”.

La seguridad en la frontera es otro factor suprasensible entre las dos naciones, que se reflejan en momentos de crisis, como militarizaciones, incursiones a uno y otro lado de la frontera, como la que ocurrió recientemente por parte de una patrulla de la Guardia Venezolana que generó de inmediato una nota de protesta del gobierno de Santos.

En el escenario político, las relaciones entre los gobierno de Bogotá y Caracas estuvieron en máxima tensión en el último periodo de Chávez y en los dos mandatos de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010), cuando ambos mandatarios pusieron en alerta máxima a sus fuerzas militares en la frontera.

Durante los dos gobiernos de Santos (2010-2014 y 2014-2018), las relaciones se han mantenido con una relativa prudencia, para no afectar las negociaciones de paz con las guerrillas de las FARC que fueron apoyadas e impulsadas por Chávez y después por Maduro.

El gobierno de Chávez jugó un papel fundamental para lograr que la comandancia de las FARC optaran por apostar a una salida política negociada a medio siglo de guerra.

Pero la prudencia y la distancia que caracterizó al gobierno de Santos en los últimos años, para no afectar los diálogos de paz con las FARC que se desarrollaron durante seis años en La Habana, terminó en las dos últimas semanas con sus pronunciamientos en contra de la represión a las marchas de los opositores.

Santos y su gobierno han reiterado en diferentes foros nacionales e internacionales, como las Naciones Unidas, que la salida a la crisis en Venezuela pasa por respetar la independencia de los poderes, respeto a los derechos humanos y convocar a elecciones.

Pero el mandatario fue más allá y en su cuenta oficial de Twitter dijo el pasado 20 de abril: “Hace seis años se lo advertí a Chávez: la revolución bolivariana fracasó”.

Estas reacciones de Santos generó cólera en Maduro, quien amenazó con hacer público todos los secretos que tiene el gobierno de Venezuela en relación al proceso de paz con las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

El grupo guerrillero a través de su jefe máximo, Rodrigo Londoño (alias Timoleón Jiménez o Timochenko), hizo un pronunciamiento de respaldo a “la Revolución Bolivariana”.

“En medio de semejante confusión creada desde las alturas del gran capital y la tierra, las FARC no podemos guardar silencio en aras de ganar simpatías”, sostuvo Londoño.

“Respaldamos a Nicolás Maduro Moros y la revolución bolivariana, denunciamos la embestida criminal de que son víctimas, llamamos al pueblo colombiano a no dejarse engañar. Urge buscar otras alternativas para informarse”, agregó.

“Ninguna obra humana es perfecta y seguramente que pueden haberse cometido errores, que pueden repararse y superarse. Pero no son la corrupta oligarquía colombiana ni sus aparatos de opresión los llamados a dar lecciones de democracia y decencia, cuando han generado en nuestro país un caos mucho mayor y lo dominan mediante un baño de sangre popular permanente”, apuntó el jefe de las FARC, que están en proceso de dejación de armas.

Pero así como se pronuncia el presidente Santos y el jefe de las FARC frente a la situación en Venezuela, también en Colombia hay un grupo de exmilitares que por las redes sociales, como el WhatsApp, apoya a miembros de las Fuerzas Militares de Venezuela que se declararon en rebeldía.

En los dos últimos días circulan videos por las redes sociales que dan cuenta de la rebelión de suboficiales activos que ya entraron a la clandestinidad para luchar en contra del régimen de Maduro, lo que demuestra que ya se fracturó la unidad en el seno del aparato militar venezolano.

Para el gobierno de Maduro, los militares en rebeldía hacen sus pronunciamientos desde Colombia y es por esta razón que su canciller Delcy Rodríguez pidió al gobierno de Santos que los deporte.

 

 

Fuente: Notimex