La ONU dice que la hambruna amenaza a millones de personas en Birmania tras el golpe

El Programa Mundial de los Alimentos (PMA) de la ONU alertó este jueves de que hasta 3.2 millones de personas se encuentran al filo de la hambruna en Birmania (Myanmar) en los próximos seis meses debido a la crisis desatada tras el golpe de Estado del pasado 1 de febrero.

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En un comunicado, el PMA precisó que la falta de acceso a los alimentos está aumentado drásticamente en el país debido al golpe militar y las consiguientes protestas contra la junta, lo que se une a la debilitamiento de la economía causada por la pandemia de la covid-19.

"Más y más pobres han perdido sus trabajos y no pueden permitirse comprar alimentos. Una respuesta concertada es necesaria para aliviar el sufrimiento inmediato y prevenir un deterioro alarmante de la seguridad alimentaria", dijo Stephen Anderson, director de PMA en Birmania.

El PMA, galardonado con el Nobel de la Paz en 2020, indicó que los habitantes urbanos son más vulnerables a la falta de alimentos en el país, cuya economía está previsto que se desplome este año un 10 por ciento, según el Banco Mundial.

En un reciente análisis, la agencia de la ONU señaló que los precios del arroz y del aceite han subido desde febrero una media de un 5 y un 18 por ciento, respectivamente, con los mayores incrementos en estados periféricos como Rakáin, Kachin y Chin.

En esta coyuntura, el PMA señaló que ha incrementado su asistencia de unos 1.3 a 3.6 millones de personas e hizo un llamamiento a los países donantes para recaudar 106 millones de dólares (88 millones de euros).

Antes de la pandemia, un cuarto de los 53 millones de birmanos se encontraban bajo el umbral de la pobreza y, en el punto álgido de la covid-19, unos 2.8 millones de personas carecían de acceso seguro a los alimentos.

REPRESIÓN MILITAR

El pasado 1 de febrero, los militares liderados por el general Min Aung Hlaing derrocaron al Gobierno electo de la jefa de facto del país, Aung San Suu Kyi, a quien detuvieron junto a gran parte de su gabinete.

En reacción, miles de birmanos iniciaron un movimiento de desobediencia civil con huelgas que ha evitado que los militares puedan ejercer un control efectivo del país y que han paralizado parcialmente la economía, con el cierre de numerosas entidades bancarias y fábricas del textil.

Sin embargo, los uniformados han respondido de una forma brutal y han usado armas militares como fusiles y hasta morteros contra los manifestantes y hasta vecinos dentro de sus hogares.

Al menos 739 personas, incluidos 40 niños, han perdido la vida en la brutal represión ejercida por las fuerzas de seguridad contra las manifestaciones, mientras más de 3,300 permanecen detenidas, según cifras de la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos (AAPP) en Birmania.

Los militares justifican el golpe de Estado por un supuesto fraude en las elecciones del pasado noviembre, en las que arrasó el partido Suu Kyi, como ya hizo en 2015, con el aval de los observadores internacionales.